El miércoles 20 de julio, a través de la plataforma Zoom, se llevó a cabo la presentación del libro “La Argentina después de la tormenta- Del ocaso perpetuo al desarrollo estratégico”, escrito por el Mg Francisco de Santibáñes, vicepresidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) y que contó con la moderación del Ing. Pablo Bereciartúa, Presidente del CAI.
“Vivimos en un mundo en transición y se están produciendo transformaciones muy profundas que requieren atención”, inició Francisco de Santibáñes y aseguró que “hoy existen tres tendencias que no se pueden ignorar. En primer lugar, hay un gran descontento con las clases dirigentes por parte de la población, tal como sucedió en Chile, en Cuba, en Colombia, entre otros fenómenos que muestran el malestar social. En segundo lugar, la gran competencia entre dos potencias como China y Estados Unidos es un elemento ordenador en el contexto internacional y los conflictos se canalizan en lo tecnológico, en lo político, y en lo diplomático. Y en tercer lugar, los cambios tecnológicos están teniendo un efecto muy relevante. Las redes sociales ayudan a que los nuevos políticos se conecten con la población. La automatización, que en una primera etapa destruyó a la industria- y explica parte del Brexit-, ahora llega a los servicios a través de 5G, la Inteligencia Artificial (IA), y los afectados serán los profesionales con ingresos más altos. Son cambios que también son oportunidades, pero la transición no es fácil. Pone en duda una hegemonía desde la caída del Muro de Berlín”, apuntó.
Bereciartúa quiso saber si es posible pensar que se va hacia un mundo más parecido al de la Primera Guerra Mundial, teniendo en cuenta cómo se está moviendo Estados Unidos con Joe Biden a la cabeza, y la contraparte que representan China con Xi Jinping y Rusia, con Vladimir Putin. Y, lógicamente, cómo se encuentra la Argentina en este escenario.
“La veo mal, no está ni remotamente preparada. Y parte se debe a que tenemos crisis de dirigencia, de elite, que lleva muchas décadas, que tiene un contraste muy grande con la generación del 80. Hasta principios de 1940, aún con problemas más graves, hubo una visión del mundo y una política básica con continuidad que permitió aprovechar las oportunidades. En la Argentina tenemos dirigentes muy buenos, pero son individualidades, no una clase dirigente con lazos de confianza que los unan. Falta esa visión que ordene el accionar del Estado y de la sociedad civil. Es lo más preocupante. Nos debemos un debate más intelectual sobre qué tipo de país queremos”, enfatizó de Santibáñes.
Bereciartúa preguntó qué le conviene a la Argentina. Francisco de Santibañez respondió: “Integrarnos al mundo porque somos un país subdesarrollado que necesita inversiones, que necesita comerciar más y los países que se integraron al mundo son los que se avanzaron más. Un mundo tan complejo como el actual necesita de la interacción entre lo político y lo económico. Es necesario tener la mejor relación con los países, especialmente, con las dos potencias. Y como es la economía argentina nos conviene la buena relación con las dos potencias”, sentenció y agregó: “El debilitamiento institucional de la Argentina afecta la política exterior y tenemos que estar preparados para cuando haya que tomar posición respecto de la situación mundial”, aseveró.
“Del laberinto se sale por arriba. La gran pregunta es si sale de la dirigencia o de una demanda popular muy fuerte para una renovación. Creo que la solución está en salirse de la coyuntura y pensar algo distinto basado en el largo plazo. Para eso se necesitan líderes especiales, un poco de factor suerte, que las condiciones internacionales ayuden. Creo que los cambios tecnológicos actuales favorecen a un país como la Argentina y creo que eso genera incentivos para nuevos liderazgos. Pero no tengo una respuesta clara, y es una pregunta que me hago constantemente”, concluyó de Santibáñes.