Hace 50 años, un día como hoy, el 12 de agosto de 1970 se concretó una iniciativa del Centro Argentino de Ingenieros: la fundación de la Academia Nacional de Ingeniería. Se designó, de acuerdo al acta de su fundación, a cuatro eminentes ingenieros para que la pongan en marcha: Justiniano Allende Posse, Enrique Butty, Manuel Castello y Luis Migone.
Durante la sesión plenaria del 3 de agosto este año, se celebró este 50º Aniversario, y los Ingenieros Manuel Solanet, actual Presidente, y Oscar Vardé, ex titular y Presidente Honorario, pronunciaron unas palabras de homenaje.
“Si bien 50 años no es mucho en la vida de una institución, la Academia Nacional de Ingeniería- dijo el Ing. Solanet- está entre de las de mayor antigüedad. Sólo la superan en edad las de Dinamarca, Suecia, Noruega y los Estados Unidos. Las restantes 25 academias pertenecientes al CAETS (Council of Academies of Engineering and Technological Sciences) son posteriores a 1970, incluidas las de Gran Bretaña y Francia. El proceso ha sido similar en casi todos los casos. La Academia de Ingeniería resulta de un desprendimiento de la de Ciencias Exactas. Nuestra Academia nació en el Centro Argentino de Ingenieros, pero varios de los primeros académicos ya lo eran de la Academia de Ciencias Exactas que fue creada en 1874. Hasta 1952 la ingeniería en la Argentina se estudiaba en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la calle Perú 222. Teniendo estas referencias internacionales y nacionales entendemos que siendo la ingeniería una profesión suficientemente antigua, las academias, incluyendo la nuestra, son más recientes”, recordó su actual Presidente y agregó: “La ingeniería como profesión reconocida, con propia denominación, data del siglo XVIII, cuando se establecieron en Francia las primeras escuelas que otorgaron títulos de ingeniero. Esta palabra surgió en el ámbito militar aplicada a quienes diseñaban armamento. Cuando la profesión se expandió fuera de los ejércitos se le agregó Civil, que abarcaba a todas las especialidades. Más adelante quedó reservada para quienes se dedicaban a las construcciones”.
Su Presidente Honorario, el Ingeniero Oscar Vardé, recordó: “Diez años después de su fundación, el 11 de noviembre de 1980, la Academia alcanzó la categoría de Academia Nacional, por decreto del Poder Ejecutivo, gracias a la dedicación y voluntad de sus fundadores, especialmente del Ingeniero Antonio Marín, que presidió la institución desde su inicio hasta su fallecimiento en 1999. Fue la primera gesta de las varias que debió transitar la Academia a lo largo de su existencia. Marín dedicó sus últimos 30 años de vida al ejercicio pleno de la presidencia de la Academia. Su formación como marino destacado y exitoso, como uno de los proyectistas de la Fragata Insignia Libertad, forjaron su carácter férreo y tenaz. También desarrolló una no menos notable actuación universitaria como Profesor y Decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Un vínculo notorio materializado en su mandato fue la afiliación de ANI a CAETS que permitió darle su carácter internacional que hoy posee”.
Haciendo un poco de historia, Vardé continuó: “Nuestro segundo presidente, entre los años 1999 y 2010, fue el brillante ingeniero Arturo Bignoli, que había sido tempranamente incorporado a la Academia, prácticamente desde su inicio en 1973. En aquellos años Bignoli ya era académico de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Su figura y gestión fueron determinantes para la consolidación de la Academia: La Institución comenzó a expresar sus opiniones independientes en temas de interés vinculados a la Sociedad, y lo hizo priorizando el fin buscado, con transparencia y equidad. No titubeó en hacerlo aún a riesgo de ser consideradas ‘políticamente incorrectas’. También durante su presidencia se crearon los Institutos de Transporte y de Energía, conducidos con solvencia por sus primeros Directores, Manuel Solanet y Eduardo Baglietto y actualmente por Máximo Fioravanti y Oscar Vignart respectivamente”.
“Durante los últimos diez años- culminó Vardé- he tenido el privilegio de presidir esta Academia por decisión de sus miembros y hoy lo hago con el honor de ser Presidente Honorario también por decisión de la Asamblea Plenaria de abril de 2020. Estos 33 años de mi vida en la Academia no han disminuido en absoluto mi orgullo. La Academia ha seguido creciendo afortunadamente a pesar de dificultades basadas en la escasez de medios financieros que han sido una constante prácticamente en estos 50 años”, señaló. Durante la gestión de Vardé, la Academia obtuvo, por fin, un lugar fijo para desempeñar su tarea, una sede donde poder transmitir su sabiduría y promover las reuniones de sus comisiones, dentro del Palacio de las Aguas Corrientes, cedido por la empresa AySA, en el 2018.
El Presidente de la Institución, el Ing. Solanet, reflexionó: “Me pareció interesante tomar un discurso de uno de los fundadores, el Ingeniero Enrique Butty, para definir qué es el ingeniero. Dice así: ‘El ingeniero toma sus conocimientos de la ciencia aplicada, adquiridos con el previo estudio de la ciencia pura, y los emplea en proyectos y realizaciones que tienden a la utilidad del hombre’. La Academia es un ámbito de confluencia de la ciencia pura y la aplicada, materializada en la experiencia y sabiduría de sus miembros. Han sido 50 años fructíferos. El mundo está viviendo una aceleración exponencial del cambio tecnológico. Es nuestra responsabilidad contribuir a ella. No es nuestro rol insertarnos como un centro de investigación, que no lo somos, aunque algún miembro lo sea en su propio ámbito. Pero sí tenemos la responsabilidad de llamar la atención sobre las tendencias del cambio y ser además la voz más autorizada, sobre los desvíos y falencias que tengan relación con la ingeniería y que afecten de alguna forma a nuestro querido país”.