Recuerdo para el Ing. Juan Carlos Giménez
Siempre es difícil despedir a un amigo y más aún cuando se ha compartido casi sesenta años de nuestras vidas, desde aquel abril de 1959, cuando por casualidad nos sentamos por primera vez, en la misma mesa del laboratorio de Física I para cursar esa materia del primer año de Ingeniería en la UBA.
Acepté la propuesta del Departamento Técnico del CAI de escribir una semblanza de Juanca, en el entendimiento de que lo que expresara seguramente representaría a un gran número de colegas, ingenieros o de otras profesiones que tuvieron la suerte de conocerlo, y que trabajaron junto a él en sus proyectos, o que fueron sus alumnos o bien colaboraron con él en instituciones en las que tuvo responsabilidades ejecutivas. Todos ellos, terminaron siendo sus amigos.
Compartimos la pasión futbolística, tanto por los colores de la camiseta de la que éramos fanáticos, como por la práctica de ese deporte. Cuando cursábamos el segundo año de la carrera, integramos un equipo que competía en el campeonato interno de la Facultad, organizado por el Centro de Estudiantes (CEI), con el que sorprendimos al resto de los equipos más experimentados con un subcampeonato que nos pareció histórico.
En el intervalo entre el 3º y 4º año de la carrera, (verano de 1962) ambos fuimos becados por OSN para realizar nuestra primera experiencia de campo, actuando como topógrafos en las cercanías de la ciudad de Córdoba, tomando niveles sobre la traza de un acueducto de provisión de agua potable a esa ciudad, en construcción desde el Establecimiento de potabilización Alto Alberdi.
En 1965 ambos terminábamos nuestras carreras. Juanca como ingeniero civil, orientación hidráulica, a la que dedicaría toda su actuación profesional con enfoques tan amplios como el estrictamente técnico y económico, como el de la gestión del recurso.
Me animo a calificarlo como un ávido buceador en las herramientas de modelación de los sistemas de escurrimiento de aguas superficiales tanto en áreas urbanas como a nivel de cuencas hídricas, así como en las aplicaciones de los métodos de evaluación de la factibilidad de proyectos de infraestructura hidráulica o de servicios de provisión de agua y saneamiento, en la revisión de estudios y proyectos de control de inundaciones, así como en el análisis económico-financiero de las empresas del sector eléctrico y sanitario.
En los primeros 25 años de profesión (1965-1990), trabajó para distintos entes públicos tales como la Subsecretaría de Recursos Hídricos, la Secretaría de Energía, SEGBA, Agua y Energía Eléctrica, OSBA y Entidad Binacional Yacyretá (EBY), e integró el grupo de consultores de empresas privadas como Hidrosud, HyTSA, Consorcio Hidrened-Hidroservice, Sbarra y Asoc. En la EBY fue jefe del Departamento Área Civil e Hidráulica, dependiendo de la Dirección Técnica de la Entidad (1975-1983).
En una segunda etapa profesional (1990-2018) alternó sus asesorías en consultoras locales, con tareas encomendadas por el BID, el BIRF para el análisis de proyectos vinculados a su experticia, tanto en nuestro país como el exterior. Incursionó en los aspectos de adaptación y mitigación de la gestión de los recursos hídricos frente al cambio Climático e integró el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) que obtuvo el Premio Nobel de la Paz de 2007.
Desde 1962 hasta 2018, ejerció la docencia casi sin interrupciones, en distintas Universidades Nacionales como la UBA(FI), la UTN y la UN de Tres de Febrero y en la Universidad Católica Argentina (UCA), así como dictó numerosos cursos de especialización, a partir de los cuales podemos consultar las publicaciones de su autoría en manuales y guías de aplicación de las temáticas de los mismos.
En lo institucional, debe destacarse que fue Presidente de la Comisión de Recursos Hídricos del CAI (desde el 2014 al 2018), Vicepresidente Primero del CAI en el período 2014-2016, Presidente de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria- Sección Argentina-AIDIS (desde 2016 a 2018) y fue miembro de la American Society of Civil Engineers (ASCE) desde 1981.
Esta profusa e importante actividad profesional, fue ejercida con una actitud humana remarcable, como se ha señalado al comienzo. Compartimos con su familia el dolor de su partida, cuando aún se encontraba en plena actividad y sobre todo cuando hacía algo más de dos años, había recibido el regalo de su primer nieto al que colmó de mimos, como corresponde a un abuelo con todas las letras. Por ello nos permitimos despedirlo, acompañando una foto con su Dante.
Los que fuimos sus amigos lo tendremos siempre en nuestra memoria, tratando que el tiempo nos permita ir, paulatinamente ocupando el vacío que nos dejó.
De Osvaldo J. Postiglioni, en nombre de sus amigos