Homenaje al Ingeniero Herminio Sbarra, una mente brillante

Homenaje al Ingeniero Herminio Sbarra, una mente brillante

 

Reconocimiento de la comunidad ingenieril hacia un profesional admirado y respetado por profesionalismo y humanismo.

 

Por Jesica Mateu

 

Admirado y respetado por su sabiduría, empatía, conocimientos técnicos y aporte al desarrollo energético del país, el Ingeniero Industrial Herminio Sbarra, quien fuera secretario de Energía, conductor del Ente Binacional Yacyretá y presidente de Emprendimientos Energéticos Binacionales Sociedad Anónima (EBISA), entre otros roles destacados, fue reconocido por sus colegas en una ceremonia tan íntima como afectuosa.

 

“Un gran pensador”; “respetuoso aún en los disensos”; “una persona afable y agradable, a la vez que sabía desestructurar a la gente hasta en las situaciones más adversas”; “personalidad muy atractiva con el don de la sabiduría pero también el de la humildad”, “un profesor en lo técnico, intelectual y hasta en el saber vivir”. Así, con estas elocuentes y afectuosas palabras, los destacados Ingenieros Juan Legisa, Alfredo Mirkin, Carlos Mascimo, Carlos Carman y Antonio Pedro Federico, definieron a su colega Herminio Sbarra durante el homenaje que se le realizó a este referente de la industria energética del país, recientemente fallecido.

 

La cálida ceremonia se concretó en EBISA, el último organismo que lo tuvo en su directorio. Allí, el Gerente General, Ingeniero Lionel Ciampi, tuvo la iniciativa de bautizar la sala de reuniones con su nombre. Es que Sbarra dejó mucho más que una oficina vacía a partir de que sus ausencias se hicieran cada vez más habituales, producto de las dificultades propias de quien, luego de mucho alumbrar, comienza a apagarse. Aunque no intelectualmente. De hecho, hasta el último momento su sapiencia permaneció lo suficientemente inalterable como para seguir iluminando con ella a quienes tuvieran la suerte de compartir momentos con él, aunque más no sean breves.

 

Por ello, la decisión del Ingeniero Ciampi fue celebrada por quienes conciben al prestigioso Ingeniero como un hombre probo que merece reconocimiento por su quehacer profesional. El encuentro se trató de la excusa perfecta “para repasar los recuerdos que nos ha dejado la persona de la altura moral y humana de Sbarra”, definió el ejecutivo. Quien, a su vez, aclaró que la idea como compañía es tratar “de que su inspiración esté presente en nuestras mentes a través de acciones concretas”. Por ello, anunció su decisión de “recuperar el conocimiento -hoy disperso en otras mentes, profesionales, unidades técnicas, organismos, organizaciones y estados provinciales- a través de un comité de notables que nos guíe hacia el horizonte de largo plazo al que tenemos que mirar para que el país tenga el desarrollo hidroeléctrico que merece”.

 

Turbina de ideas

 

En ausencia del Presidente de EBISA, el Ingeniero Jorge Marcolini, quien se encontraba ausente en misión oficial, los miembros del directorio Marta Zaghini y Osvaldo Rolando se sumaron con mensajes de respeto y admiración a la figura de Sbarra. Entre otros de los presentes, no faltaron ex secretarios de Energía de la Nación, funcionarios que atesoran experiencias con el homenajeado tanto de su época en SEGBA, como cuando se desempeñaba en cargos clave en represas de la envergadura de Yacyretá y Salto Grande; incluso testigos de sus pasos –nunca inadvertidos- en consultoras independientes que él mismo fundó. También estuvieron presentes los colaboradores de EBISA que lo recuerdan como un ser entrañable.

Es que Sbarra, como en cada puesto que ocupó en su extensa trayectoria profesional, supo dejar un legado invalorable en la memoria de sus equipos de trabajo. Innovador, inquieto y curioso, se caracterizaba por ser generoso a la hora de compartir conocimientos, ideas y reflexiones. Pero más importante aún, por estimular a cada uno de sus interlocutores a elaborar y recapacitar acerca de sus propios conceptos, pensamientos, opiniones y soluciones.

 

Estar cerca de él era entender que hay todo un mundo de posibilidades por descubrir para lo cual sólo hace falta atreverse. Tal como aseguran quienes lo conocieron, Sbarra no sólo no temía a los desafíos sino que los buscaba. Los enfrentaba. De ahí que, pudiendo elegir dedicarse de lleno a la actividad privada, puso sus convicciones al servicio de la gestión pública en las épocas más disímiles; siempre surfeando y superando con astucia y estilo toda serie de dificultades estructurales, burocráticas, políticas y económicas. Así, este multifacético erudito, parecía moverse en la arena gubernamental con la destreza y la plasticidad que no tenía para la actividad física, pero sí para el estudio incansable de disciplinas complejas como matemáticas, astronomía, química; podía discutir con expertos acerca de grandes temas como la teoría del Caos o del Big Bang. Incluso, como pocos de su generación, dominaba el italiano y el francés y no tenía dificultades para leer en inglés, aún si de literatura técnica se trataba.

Al frente de EBISA, recuerda su colega Daniel Perczyk, no dudó en poner en marcha la delicada tarea de cambiar el estatuto con el fin de ampliar su capacidad de acción porque entendía que, en un futuro, podría hacer un aporte más fructífero al país. “Era un visionario; un ejemplo del pensamiento a largo plazo”, lo afirma además quien, en lo personal, reconoce que Sbarra “fue un referente; una huella importante. Porque que te obliguen a pensar a largo plazo, a reflexionar sobre tus propios conocimientos para no dar nada por sentado, te impacta tanto en lo personal como en lo profesional”.

 

Confiesan que ha vivido

Quienes lo conocieron también coinciden en que era un hombre que disfrutaba y entendía la buena comida. Conocía aquellos lugares tradicionales de Buenos Aires a los que no dudaba en llevar a sus colegas. Allí también hacía gala de su capacidad para escuchar y respetar distintas opiniones. Solía decir, según recordó el Ingeniero Legisa, que “las verdades propias hay que enriquecerlas con las verdades ajenas”.

Por todo, su personalidad también enriqueció a Ingenieros, como lo reconoció el Ingeniero Carlos Carman, quien lo sentía como su tutor profesional porque desde que se encontraron, en la década del ’60, nunca dejó de estar presente en su camino. Incluso trabajaron juntos en la consultora Sbarra y Asociados, cuyas puertas cerró el notable ingeniero cuando fue nombrado Secretario de Energía a inicios de los años ’70, precisamente por ser la actividad privada incompatible con la función pública. Y, más tarde, luego de que la dictadura militar lo aislara profesionalmente, Sbarra se asoció con Carman en una nueva firma: Electrosistemas. “Tenía la serenidad de los hombres sabios”, apunta él y agrega que, al contrario de muchos amantes de la ciencia, “estaba seguro de su fe y de que al profundizar en los conocimientos acerca de la creación del mundo, necesariamente se llegaba a Dios”.

A la luz de los hechos, entonces, no puede negarse que, incansable hacedor, Sbarra trabajó para poner en valor los aprovechamientos hidroeléctricos argentinos a la vez que empoderar al país en materia de energía.

 

Así como dedicó su vida a trascender la inoperancia y languidez de la que muchas veces se envician las gestiones políticas, también se ocupó de atender con fruición a su familia. De hecho, su entorno coincide en que estuvo enamorado de su esposa hasta el último aliento y en que era un padre orgulloso de sus hijos. Uno de ellos, Julio, quien representó a su familia en el homenaje de EBISA, destacó el “enorme afecto y admiración” que le inspiraba, además de su “sutil sentido del humor”, entre tantas cualidades. Asimismo, admitió que “no es fácil ser hijo y amigo de un padre sin pasar los límites”. Desafío que, sin embargo, juntos parecen haber logrado con éxito. En este sentido, el propio Julio reveló que en una de sus inolvidables charlas con él, le confió que “es difícil crecer a la sombra de un gran árbol”. Reflexión a la que Sbarra no tardó en replicar con un afectuoso “ni vos sos un árbol ni tampoco dejaste de crecer”.