Israel, de la sequía a la abundancia

Israel, de la sequía a la abundancia

 

Una planta desalinizadora en medio del desierto solucionó la falta de agua. Un proceso que puede marcar el rumbo para una necesidad básica mundial.

 

Lo que hace años parecía impensado es realidad: en medio del desierto, la planta de desalinización de Sorek se convirtió en la mayor instalación de ósmosis inversa del mundo. Ubicada a unos 15 kilómetros al Sur de Tel Aviv, extrae agua del mar Mediterráneo a través de una bomba ubicada a kilómetro y medio de la costa y la potabiliza, para beneficio de un millón y medio de personas.

El principal beneficio de esta planta es que soluciona un inconveniente habitual en los procesos de desalinización: al pasar el agua salada por membranas que contienen poros microscópicos el líquido los atraviesa mientras las moléculas de sal, más grandes, quedan atrás. Pero los microorganismos marinos colonizan las membranas bloqueando los poros: controlarlos requiere una limpieza periódica e intensiva empleando sustancias químicas, encareciendo el proceso. El avance actual tiene que ver con un sistema sin químicos que utiliza roca de lava porosa, que captura los microorganismos antes de que lleguen a las membranas.

Es así que la desalinización se tornó más eficiente, por lo que Israel obtiene el 55% de su agua de uso doméstico de la desalinización. La planta de Ashkelon comenzó produciendo 127 Mm3 en 2005; Hadera otros 140 Mm3 en 2009; y Sorek suma 150 Mm3; es decir, unos 600 Mm3 al año producidos por las plantas desalinizadoras israelíes.