El jueves 25 de febrero, de 10.30 a 12 horas, se realizó la primera charla del ciclo Educación: “La formación de los ingenieros para la segunda mitad del siglo XXI”. Los oradores fueron los ingenieros Raúl Bertero, Vice Decano de la FIUBA y el Académico José Luis Roces, Director del Instituto de Educación en la Ingeniería, de la Academia Nacional de Ingeniería. La apertura del ciclo estuvo a cargo del Ingeniero Pablo Bereciartúa, Presidente del CAI.
En el inicio, el Presidente del CAI, Ing. Bereciartúa, inauguró el ciclo de 2021 agradeciendo a los presentes, por medio de la plataforma Zoom, y señaló que en esta etapa “el CAI es una institución clave de la argentina y está en un proceso de desarrollo y crecimiento, y para eso es necesaria la participación”. Destacó los ciclos que se iniciarán a partir de marzo “como un vehículo para generar distintas opiniones, para emitir, desde el CAI, alguna agenda, para compartir con la sociedad y con otras instituciones” y agregó que “el CAI está avanzando con un conjunto de alianzas con otras instituciones que van a potenciar y enriquecer nuestra agenda, como por ejemplo el Premio Pre Ingeniería, que es un galardón tecnológico que realizamos hace unos veinte años, que será lanzado este año en alianza con Endeavor, que es una institución que mira el potencial de negocios y de mercado, de las ideas; y también en alianza con la Fundación Avina, una fundación latinoamericana enfocada en generar y apoyar procesos colaborativos que mejoran la calidad de los vínculos entre emprendedores, empresas, organizaciones de la sociedad civil, el sector académico e instituciones gubernamentales para contribuir juntos al bien común, que mira el impacto social y ambiental, que tienen los proyectos”.
Luego se refirió a los objetivos del ciclo, que conducirá el Ing. Raúl Bertero, con la meta en generar “mayor participación de referentes y para que estos temas pasen a ser relevantes”, expresó.
A su turno el Ing. Bertero, comenzó la charla refiriéndose a la importancia de la educación para el futuro y de este nuevo ciclo del CAI y destacó algunos aspectos fundamentales: “El primero es cuáles son las demandas y las características de los ingenieros en el futuro, pensando que un chico que ingresa hoy en la facultad va a tener su desarrollo principal en la segunda mitad del siglo XXI y en función de esa demanda, ver cuáles serán las necesidades para formar a esos ingenieros para ese mundo, donde va a haber tecnologías que seguramente hoy desconocemos. Entonces, ¿cómo hacemos para formar ingenieros que trabajen con tecnologías que hoy no existen? Cómo nos ha pasado a nosotros que cuando estudiábamos no había celulares ni Internet. Y finalmente el otro tema es qué nivel de colaboración, integración y asociación, entre universidades nacionales, regionales, globales, se necesitan para ese futuro”. Y luego dio pasó a Bereciartúa, que además fue uno de los disertantes, para que explique cuáles serán esas demandas del futuro.
“Es un gran desafío realizar esta presentación – dijo Bereciartúa – porque mirar hacia el futuro requiere humildad, y mucho más si pensamos en el momento en el que estamos, que es un momento en el que todos venimos de vivir un cambio exponencial. Ha sido exponencial el crecimiento de la población, en las últimas décadas, y eso ha sido por que ha sido exponencial, las posibilidades de vivir en el planeta tierra, muchas de ellas basadas en ingeniería, basadas en las posibilidades que nos da la tecnología, que nos da el conocimiento aplicado. Voy a intentar resaltar cómo están los ingenieros, viendo un poco qué cambia y por qué. Hay tres verbos que destacan a los ingenieros: el hacer, el inventar y el innovar. Nosotros somos hacedores, resolvemos problemas o vemos que hace falta y que necesitamos para llegar a eso o lo hacemos. El segundo que es innovar, creo que ha sido clave en la revolución industrial, por ejemplo que se puede hacer con la naturaleza y que se puede hacer con las organizaciones. El énfasis, de ahora en más, y que será clave en eso el sistema educativo, es innovar, y cuando uno innova no solo inventa algo que sea relevante sino que se lleve a la práctica. Este es el rol principal de los ingenieros. Ustedes piensen que en países más avanzados los que hacen ingeniería hoy son ‘celebrities’: Elon Musk, que además de físico es ingeniero o Bill Gates, por citar dos, lo que han logrado es hacer, han inventado, pero sobre todo han logrado innovar y el gran desafío es cómo cambiar un sistema de educación existente, y en particular en nuestro país, para que incorpore esta dimensión. Entonces para entender los cambios, me interesaba empezar con cuatro temas, que son los yo veo donde están sucediendo los grandes cambios asociados a una nueva forma de pensar, de vivir, en un cambio de cultura. Y en todos ellos, la tecnología, la ingeniería, es la palanca principal. Arranquemos con la naturaleza, nosotros hoy estamos viviendo un punto de inflexión en esto cuyo tema principal es el cambio climático. Bill Gates publicó esta semana un libro en el que afirma que si no reducimos las emisiones a cero, será imposible vivir en el planeta y lo que propone es cómo realizar las inversiones en innovaciones tecnológicas para lograr ese objetivo de emisión cero. Y señala algunas industrias que deberán cambiar: la del acero, del cemento, la carne, el transporte aéreo y naval, que son grandes emisores, y para la argentina- sin entrar en detalles- el gran tema es la adaptación, que va a requerir de una nueva forma de producción. El segundo eje es el del ser humano, hemos visto en este tiempo toda cantidad de cuestiones vinculadas a la innovación tecnológica que han surgido para mejorar y cuidar la vida del ser humano. El tercer eje es el de la infraestructura, nosotros tenemos sistemas de infraestructura, tenemos tecnología y marcos institucionales que vienen del paradigma anterior, el industrial, y vamos hacia un cambio hacia la sustentabilidad, la inteligencia, y en ese cambio, que se aceleró con esta pandemia, viene una modificación en la infraestructura de las ciudades, con nuevos materiales, con nuevos criterios, como se adapta la nueva infraestructura a las nuevas formas de vida. Y el cuarto eje es la Inteligencia Artificial y los datos y el Big Data. Todos nosotros estamos transitando esa transformación digital que está permitiendo todos esos cambios de los cuales hemos estado hablando. La Economía del Conocimiento, hoy en la argentina es la industria número 2 en ingreso de divisas, ayudada por las condiciones de pandemia por la que estamos transitando, pero uno de los potenciales para generar trabajo calificado, y allí el cuello de botella principal es la formación de los ingenieros en el manejo de datos, los algoritmos y la IA. Lo que estamos transitando es una aceleración central en las tecnologías y que nos está permitiendo el manejo masivo de la información. Esto no va a pasar, está pasando. Eso en lo que deriva es en la transformación digital como motor del crecimiento de los países. Las tendencias en esto para este año, según The Economist, es que el teletrabajo permanecerá, los hoteles corporativos desaparecerán, los hogares serán más tecnológicos, el boom de las plataformas que miden productividad y las fuerzas laborales se reducirá por la Inteligencia Artificial. Pensando en los ingenieros hacia adelante, no solo tenemos nuevos problemas sino que debemos generar nuevas soluciones, no podemos formar ingenieros que solo sepan dar respuestas sino que sepan formular preguntas; En todo hay un cambio hacia la inteligencia, hacia la idea de modificar como se hacen las cosas; la idea de competitividad cambió y va a cambiar sustancialmente, el activo principal de las sociedades es la innovación, los sistemas educativos tienen que generar innovación. Esto ya está claro en las nuevas generaciones. Si entramos en esos cambios y nos adaptamos hay enormes posibilidades de negocios para el país y para las empresas que se suban a la innovación, al cambio tecnológico y a los trabajos que se necesitarán.
Por otra parte quiero compartir como nos ven hoy a los argentinos, ya que a veces pienso que tenemos la brújula equivocada y no entendemos donde estamos. Este es un trabajo realizado por la RAM Corporation y básicamente observan un dominio tecnológico concentrado en América del Norte, Europa Occidental y Asia. La aparición de China e India como potencias tecnológicas, con algunos países de Europa del Este, siguiéndolos. La disminución de Rusia como potencia en la materia no lo convierte en buen socio. La gran variabilidad de desarrollo tecnológico en el sudeste Asiático y en América Latina y donde los mejores de nuestro continente se encuentran rezagados respecto a China e India. Claramente los intereses de los ingenieros del futuro deben estar en una parte focalizados en interactuar con las políticas públicas, ya que no está claro si la Argentina forma parte del liderazgo en esta materia, en la región. La clave estará en que cambie la cosa pública y permita el cambio de la innovación para el nuevo paradigma”
Fue el turno del Ing. Roces, quien, representando al Instituto de Educación de la Ingeniería de la Academia Nacional de Ingeniería, realizó una conclusión y brindó su opinión, respecto de la presentación del Ing. Bereciartúa.
“Es muy difícil poder discrepar con una presentación extensa, rica y profunda, como la que hizo Pablo”, comenzó diciendo el Ing. Roces. “Por lo cual seré bastante sintético. En su comienzo Pablo hace referencia a la cuestión de la innovación, la tecnología, con un primer encuadre, y yo creo que en esa parte habla del ingeniero como gestor de cambios, si bien alguien podría decir que siempre los ingenieros lo fuimos, en esta circunstancia de cambios tan profundos acelerados por la tecnología y con una complejidad social, el rol del ingeniero tiene hoy facetas muy amplias y sobre todo porque en los ejes a los que él se refirió, la clave, en el centro de estos factores, está la decisión y creo que en realidad una de las capacidades básicas que los ingenieros hemos creado es que nos llevamos bastante bien con las decisiones. Para mí esto es un atributo central de una sociedad que tiene hoy una agilidad y un movimiento diferente al del pasado. Y el concepto de singularidad es un concepto que falta entender en la sociedad: Es inevitable. Creo que cuando pensamos en el ingeniero, no podemos pensarlo si no está inserto en esta realidad de cambio, donde la transformación no es que va a ser sino que ya es, y donde además hay un foco importante. Nosotros, los ingenieros de mi generación, fuimos formados pensando en un modelo donde esas decisiones tenían un peso muy fuerte en lo tecnológico y en lo económico y hoy en día, la variable es la sociedad. La sociedad es la que demanda esos cambios y esto quiere decir que nuestra agenda de conocimiento y de formación, requiere entender la sociedad en sus problemas de urbanismo, de salud, de contaminación, son demandas clave que forman parte de nuestra agenda tecnológica. Allí Pablo decía que había incertidumbres, pero si esas incertidumbres pasan por las relaciones y la cooperación, creo que estamos confundidos. No creo que haya ninguna posibilidad de resolver estas demandas tan complejas, si no es en un mundo de cooperación. Y donde de esos cuatro escenarios que él ponía, hay dos que son muy peligrosos, el del mundo trabado y el mundo atacado, y me temo que nosotros estamos dando vueltas por alguno de ellos. Sin embargo hay dos mundos muy esperanzados, el de la inteligencia colectiva y el de la complejidad inteligente. Y agrego a su análisis: todos esos escenarios tienen probabilidades pero, esencialmente, la elección de esos escenarios pasan por procesos de liderazgo, y hoy lo que ocurre en las sociedades, no solo argentina sino mundial, es que el liderazgo está en crisis. Tenemos más administradores que líderes y más gente que no está consustanciada con la importancia de su rol, y esto implica también un gran desafío para nuestra formación. Si cuando pensamos en la educación pensamos en los ingenieros como administradores creo que nos estamos equivocando. Tenemos que pensar a los ingenieros como líderes de esos cambios y como impulsores de fenómenos importantes. Alguien está preguntando sobre la economía de la abundancia, y quiero complementar esa idea de Pablo. Una economía de la abundancia, en la que estamos entrando, implica esencialmente para esos decisores, foco. Si no hay foco no hay posibilidad de sobrevivir. La Argentina tiene un problema de foco. Pablo fue muy prudente al hablar de los cambios tecnológicos y donde está la Argentina: la verdad es que no estamos, no estamos en ninguna categoría. Si el foco tecnológico es América del Norte, Europa y Asia y los que ascienden son China e India y el que desciende es Rusia, no estamos. Y ahí es donde la Argentina tiene algo que pensar y si tuviera que sugerir algo en que pensar no podría eludir las cuestiones que hoy tienen potencialidad: los alimentos, el conocimiento y la energía. Casualmente estas tres áreas presentan demanda y escasez de ingenieros”.
Fue entonces el momento del Ing. Bertero, quien tuvo la difícil tarea de bajar a la realidad de la educación toda la información contenida en las ponencias de Bereciartúa y Roces, y, como él mismo señaló, “Pensar a partir de eso en una carrera de ingeniería para el futuro o cómo debería ser y que debería tener, una formación ideal de ingenieros para ese futuro del que hablamos”
En su segmento, Bertero comenzó mostrando un gráfico con las cuatro principales universidades del mundo: el MIT, Standford, Cambridge y Berkeley que contenía las carreras de ingeniería que en cada una se dictan y enfatizó que en cada país las carreras “tienen algunas diferencias, de acuerdo a las potencialidades de cada país, y las restricciones, que existen, en el sistema universitario”. “Las primeras cuestiones tienen que ver que la carrera no va ser lo mismo para países como EE.UU, Islandia o la Argentina, se enfatizan diferentes cuestiones de acuerdo a las necesidades de ese país. Alimentos, energía y conocimiento, decía Roces, son algunas variantes que aquí deberíamos tener. Al mirar el gráfico, uno puede observar que ninguna universidad tienen más de ocho carreras, al contrario de lo que acá en Argentina tiene la UBA con una multiplicidad de carreras. Ellos se enfocan por especialidades en ocho ramas principales pero con gran flexibilidad para cursar materias de otras carreras también. Y por otro lado la tendencia que se ve es la de carreras más cortas. Es decir, si estamos frente a un mundo donde los cambios se aceleran no tiene sentido tener carreras de seis años, que en realidad llevan ocho años de estudio. Esas carreras en general tienden a tener cuatro años. En el caso de Argentina, esto es muy rígido. Nosotros vamos en sentido contrario, porque hay una tendencia a la proliferación y atomización de las carreras de ingeniería. Si nosotros tomamos la carrera de ingeniería civil vemos que está atomizada en transporte, hidráulica, construcciones, ferroviaria y ambiental asignándole a cada una de éstas actividades reservadas lo cual implica en el futuro una fragmentación de las posibilidades laborales cuando lo que vimos, en las anteriores presentaciones, es que habrá una tendencia a los cambios y a la tecnología que van a aparecer. Nosotros en la FIUBA estamos haciendo un cambio, en todas nuestras carreras, para adaptarnos, y la idea que tenemos es mantener los troncos principales de las carreras por área de conocimiento, y no generar más y más carreras. Y buscar la diversificación con materias electivas que permitan la focalización en nuevas áreas del conocimiento y la internacionalización. Y por otra parte, ya en el mundo ocurre, la finalización de la carrera no es el grado, sino que la mayoría de los estudiantes sigue un postgrado. Es decir que no cortan la formación una vez obtenido el grado sino que siguen actualizándose e incorporando conocimientos generalmente más específicos. Esa es la idea que tenemos, una carrera de 5 años máximo, pero con límite, y enseguida la realización de algún postgrado y maestría”.
Aquí Bertero, le dio paso a Roces, para que emitiera su opinión al respecto, quien señaló: “Esto es la clave de lo que hemos discutido por años”. “Comparto el enfoque de que si en la Argentina queremos innovar, y sé en ese sentido el esfuerzo enorme que está realizando la FIUBA, hay una alternativa de pensar un ciclo corto que después se complementa con orientaciones y especializaciones. Hoy el ciclo de la educación, no termina nunca, a veces un postgrado no alcanza, creo que para poder seguir hay que hacer un proceso de educación continua. Creo que debemos trabajar en la incorporación del hábito de aprender todos los días”
Para finalizar Bereciartúa, señaló “Solo quiero agregar que la nueva competitividad es dinámica y es sistémica, todos vamos a hacer cosas distintas a lo largo del tiempo, por lo tanto el gran desafío, en un país como la Argentina que ha tenido una formación de excelencia en la Ingeniería, es no abandonarla, pero lograr transformarla en una formación de opciones y para eso, lo que sí va a haber que hacer es garantizarse que los dos primeros bloques de la carrera sean verdaderos y de excelencia, donde el ingeniero aprende las capacidades básicas que lo diferencian: a pensar distinto y a analizar distinto. No podemos correr el riesgo de que nuestros estudiantes abandonen los programas clásicos si los seguimos dando, porque todos ellos ya viven en un cambio permanente y ese ese es el estado normal de la humanidad competitiva, dinámica de aquí en más. Esa es una de las razones por las cuales tenemos que lograrlo”, finalizó.