En el marco del Día del Agua, el 22 de marzo, se llevó a cabo la charla “El agua y la economía circular”, del Ciclo CAI: El agua y la ingeniería. Participaron como oradores José Luis Inglese, miembro académico de la Academia Nacional de Ingeniería; Rodolfo Aradas, profesor de la cátedra de Planificación de los Recursos Hidráulicos de la UBA; Fernando Calatroni, director técnico general de AySA, y Juan Carlos Bertoni, presidente del Instituto Nacional del Agua.
El presidente del CAI, Pablo Bereciartúa inició la charla explicando la idea de replantear distintas formas de cómo pensar no sólo el agua, sino en relación con la economía y la sociedad. “Estamos en un momento de cambios y por supuesto que traen amenazas y posibilidades, y son ellas las que nos permiten explorar sobre la base de lo que está cambiando en el mundo. Hay una idea cada vez más central en todas las políticas de lograr la sustentabilidad. Lo vemos en Europa y en el nuevo gobierno de los Estados Unidos”.
Cómo definir la infraestructura, cómo operarla y qué modelo de negocios plantear fueron algunos de los temas sobre los que se planteó la conversación. “El agua va a ser uno de los vectores de la reformulación de esos sistemas de infraestructura”, sostuvo Bereciartúa.
En su rol como moderador, José Luis Inglese presentó a los oradores y dio un marco general sobre las últimas novedades vinculadas con definiciones globales en relación al cuidado del agua y a la participación que tendrá el CAI en el Congreso Interamericano de Ingeniería Sanitaria y Ambiental en Buenos Aires, en abril próximo.
Calatroni se refirió a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el objetivo número seis que apunta a garantizar la disponibilidad el agua y el saneamiento para toda la población. Recordó que esa meta está complementada, a su vez, por otros aspectos como la contaminación, el uso eficiente de los sistemas de extracción, la gestión integrada y la protección de los ecosistemas relacionados con el agua.
Planteó la diferencia entre el modelo económico lineal y la economía circular. Y señaló que debemos pasar de una economía lineal a una circular porque debemos pensar no sólo en la fabricación y el uso sino en la capacidad de reciclar los productos para reducir el consumo de las materias primas mediante la reutilización de los recursos y cuidar el medio ambiente”.
Explicó que la economía circular intercambia el ciclo típico de planificación, uso y disposición a favor de un mayor reciclaje y reutilización. En relación a AySA indicó que hay tres líneas de trabajo en relación a la economía circular: recuperación de recursos, reciclado de materiales que lo permitan y suministros circulares orientados al ahorro de la energía. Sostuvo que estos aspectos representan un desafío, básicamente porque sus servicios alcanzan a unos 14 millones de personas y hacia 2050 esa población será de 20 millones y “todavía quedan por abastecer a 4 millones de habitantes en agua y 6 millones de habitantes en cloacas”. Definió los planes a seguir en el marco de este escenario.
Uno de los puntos en los que se trabaja es la reducción del agua no contabilizada y pasar de 530 litros, por habitante por día, a 450 litros, por habitante por día, en 10 años. Para eso, se trabaja en la reducción de pérdidas y fugas internas. Para la reducción de fugas, se realizan pruebas con el uso de fotos satelitales para pre localizarlas y que sea más rápida al hacerlo en el terreno.
A esto se suma un plan de ampliación de desagües cloacales que, asimismo, lleva a la necesidad de gestionar los barros porque crecerá 20 veces más hacia adelante. Por esa razón, sostuvo que se debe trabajar en su gestión y obtener energías renovables a través de los lodos y la biomasa. Y repasó las acciones que se encaran para alcanzar ese objetivo.
A su turno, Rodolfo Aradas abordó la cuestión de la gestión de eventos externos y lo hizo tras recordar la inundación de 2013, en la provincia de Buenos Aires. Y en función de esa experiencia brindó una perspectiva sobre la gestión de excedentes hídricos urbanos a través del uso de soluciones basadas en la naturaleza. Y lo abordó en el marco de diversos ejes, como el cambio climático o intensificación de eventos extremos; la urbanización creciente; el aumento de la percepción de un estándar de producción mayor; el modelo técnico económico con el que se realizan las grandes obras de ingeniería y sus plazos para desarrollarlos; la conciencia ambiental de la sociedad y los estándares internacionales más rigurosos, que condicionan el acceso al mercado financiero y la coyuntura de pandemia, que plantea la necesidad de tener más espacio público de calidad y proximidad.
“En las últimas décadas somos testigos de un círculo vicioso de urbanización, inundaciones, construcción de infraestructura, más inundaciones e infraestructura de mayor envergadura. El desafío es siempre el mismo y es lograr un adecuado equilibrio entre agua y territorio. Hoy más en este contexto de economía circular traducido a la gestión del agua implica una gestión integrada del ciclo hidrológico desde su captación, potabilización, transmisión, desagüe y finalmente su reutilización”, sostuvo Aradas.
Describió cómo fueron los paradigmas de gestión en las últimas décadas para luego explicar en qué consisten las medidas basadas en la naturaleza.
La definición, que resumió como “intervenciones, obras, que tienen como eje el aprovechamiento de los rasgos geomorfológicos de un sistema natural a partir de trabajar e influir sobre alguno de los componentes del ciclo hidrológico”, como el almacenamiento superficial, sub superficial y la gestión de las infiltraciones.
Dio ejemplos de casos en distintas partes del mundo, y a nivel local mencionó los retenes hidráulicos de Vicente López y el Parque Sarmiento.
Sostuvo que las decisiones basadas en la naturaleza deben complementarse con las soluciones clásicas y que las primeras tienen el valor de dar un salto importante en cuanto a protección de los ambientes, entre otras ventajas.
Finalmente, Juan Carlos Bertoni refirió a tres aspectos vinculados con la exposición, desde el trabajo que realiza el Instituto Nacional del Agua (INA), su plan de gestión que tiene entre sus conceptos la economía circular, y los ejes que llevará adelante.
Hizo un recorrido sobre cómo evolucionó la ingeniería en la cuestión ambiental desde la década del 70 hasta ahora aunque puso el acento en que en el año 2000 se establecieron uno de los hitos a partir de la instauración de los objetivos del milenio. Aunque también destacó los ODS de 2015, el impacto de la pandemia del Covid 19 y las cuestiones vinculadas con los desafíos hacia adelante, específicamente la agenda 2030.
“El concepto de economía circular nace por la década del 80 pero tiene cierta consideración luego del 2000 en distintas partes del mundo y se está imponiendo fuertemente en los últimos cuatro o cinco años no sólo en Europa y Estados Unidos sino en todo el mundo y en los organismos internacionales”, apuntó.
Tras contextualizar la situación mundial y advertir cómo el agua atraviesa distintos temas y problemáticas, sostuvo que “la crisis del agua y la crisis de alimentos está dentro de las preocupaciones más importantes a nivel mundial” y que los riesgos sociales, geopolíticos, económicos, ambientales y tecnológicos están relacionados de manera directa con el agua y es una de las preocupaciones mundiales”, por lo que cobra cada vez más fuerza el concepto de economía circular en relación a este recurso.
Subrayó que “el ciclo del agua es el mejor ejemplo de cómo la economía circular está asociado al ciclo del agua y, agregó, que el gran desafío es que el hombre logre desarrollar ese ciclo de reducción de materias primas, para lo cual se necesita mejorar la gobernanza del agua”.
Entre los temas críticos actuales y futuros, no sólo para el INA, Bertoni indicó que es clave la seguridad hídrica, el agua potable, el saneamiento, la huella hídrica. Tenemos que avanzar sí o sí sobre estos aspectos, el ahorro del agua, nuevos paradigmas en la gestión urbana y rural del agua, lo que nos lleva a actualizar no sólo con la población sino también con los profesionales y los desarrollos tecnológicos, en los que la Argentina tiene buenos ejemplos”.