En las entrañas de la Ballena Azul

En las entrañas de la Ballena Azul

 

En una recorrida por el Centro Cultural Néstor Kirchner, el Arquitecto Enrique Bares y el Ingeniero Jaime Lande describieron el proceso de construcción y detalles de la obra.

 

Como si se tratara de un cuento, pero con profesionales como protagonistas, la Ballena Azul se traga a ingenieros y arquitectos. Pero el cetáceo en cuestión es simplemente el nombre de la sala de conciertos para 1750 personas, que engalana el Centro Cultural Néstor Kirchner, contruído en el viejo Palacio de Correos y Telégrafos, en Sarmiento 151. Allí, de la mano del Arquitecto Enrique Bares y del Ingeniero Jaime Lande, podemos conocer la historia de este nuevo espacio para la cultura.

 

Entre 60 trabajos, incluyendo 10 extranjeros, el proyecto presentado en 2006 por Bares y compañía fue el elegido para la construcción del Centro Cultural del Bicentenario, que partió desde la remodelación del Palacio de Correos y Telégrafos. Con la memoria como eje y en la búsqueda de combinar arquitectura y tecnología, la obra implicó remodelar y restaurar los 76.000 metros cuadrados originales, a los que se le sumaron 40.000 entre la sala de conciertos, la sala de cámara y el restaurant. Todo en el mismo terreno. ¿Cómo? Bajo el concepto de que “ante la densificación urbana las ciudades deben entender que deben apilarse hacia arriba, desarrollándose en el espacio”. En base a esa sentencia, el proyecto toma como nivel cero una plaza abierta que empezará a construir pronto a la vera de la calle Sarmiento, continuando hacia la Casa Rosada, con un primer paso que insumió paciencia: durante tres meses se realizaron estudios de topología para tener la certeza de que se podría demoler el corazón del edificio sin que corriera riesgo la fachada.

Una vista superior del edificio actual permite entender ese plan: en el centro del terreno se derrumbó el lado interno para ampliar el “corazón”, armando una estructura llamada “la jaula”, que rodea el patio central y funciona como sostén de la construcción antigua. Y allí está el epicentro del Centro Cultural: la Ballena Azul ocupa el suelo aunque apoyada solamente en dos patas traseras y una lengua delantera que es sostén penetrando en el piso. Sobre ella, la Terraza de la ballena; más arriba, el “Chandelier” (la salta llamada “la Gran Lámpara” por su permanente iluminación); sobre él, el espacio técnico cuya estructura sirve de sostén de todo lo que está por debajo, gracias a un sistema de columnas; y, como frutilla del postre, la terraza mirador.

La sala Ballena Azul es una gran sala de sinfónica para 1750 espectadores, distribuidos interiormente en tres niveles o bandejas. Ante la finalidad de ser una sala única para conciertos, las premisas en su construcción fueron que estuviera aislada de ruidos y vibraciones típicos de la zona en la que se encuentra el edificio y por eso se decidió que no estuviera apoyada en el piso. Luego, sabiendo que sería colgada, el objetivo fue montar una estructura que no se cayera. Uno de sus principales atractivos es un órgano tubular fabricado en Alemania por la firma Klais especialmente diseñado para esta sala (cuenta con 56 registros y 3633 tubos, 193 de madera y el resto de metal, con medidas entre los 5 milímetros y los diez metros de altura). La superficie es de 2200 m2 (1200m2 platea/1000m2 bandejas), el escenario ocupa 250m2.

 

En ese concepto de “apilar hacia arriba”, por sobre la Ballena Azul, la Gran Lámpara tiene 2400 m2 de piel exterior, 2150 m2 de piel interior, 3 puentes de acceso por piso (2.25x10m c/u). En ella se encuentran dos niveles para exposición de arte, ambos colgando desde el techo. Las paredes están totalmente vidriadas para simular una gran lámpara colgante. Esta pieza arquitectónica cuelga con sus dos plantas desde la estructura de vigas Vierendeel a través de tensores de acero, permitiendo la visualización de su conformación geométrica tridimensional desde distintos planos.

Ante los ojos, las dos estructuras arriba detalladas son las que llaman la atención. Pero ellas no existirían sino contaran con la vital complicidad de La Jaula y de las Vigas Vierendeele. Como se mencionó con anterioridad, el proyecto planteó la construcción de una jaula tectónica de columnas de hormigón que funcionan como soporte vertical de la estructura de techo tipo Vierendeel, descargando sus esfuerzos hasta las fundaciones. Entre esas columnas se materializa el cierre a través de barandas metálicas con pasamanos de madera y paños vidriados, que permiten contemplar los arquitectónicos ubicados en el gran patio central. Mientras que el entramado de vigas superiores se apoya en el patio de columnas, La Jaula. Dicho entramado tiene una dimensión de 50 metros de luz y 6 metros de altura y por su sistema de montaje y armado en tramos de 15 metros, se transforma en un gran hito constructivo dentro de la obra. Estas vigas se caracterizan por no contar con apoyos intermedios y, por su ubicación en el 8vo piso del edificio, se aprovecha su configuración para alojar salas de máquinas y depósitos como apoyo de salas de exposición del Chandelier y restaurantes del quinto piso.

 

Sobre todas estas estructuras mencionadas se encuentra la cúpula principal y los miradores. A la cúpula la llaman El Teatro del Cielo: es un espacio de 500 m2 para usos múltiples, cuenta con escenario levadizo (38m2 escenario) y luces escénicas, cortinados acústicos motorizados, montacargas y caben 260 sillas (más banco perimetral). Esta parte superior del edificio también es llamada La Quinta Fachada, habida cuenta de su belleza, que combina lo antiguo (la cúpula en sí) y lo moderno.

 

Además de las mencionadas salas, el Centro Cultural Kirchner cuenta con otras 40 salas de exposición, entre las que se destacan la Sala Néstor Kirchner, la Sala Eva Perón, el Salón de los Escudos, el Salón de Honor, la Sala Federal, el Museo del Correo, la Sala Paka Paka, seis auditorios multimedia (cada uno de 145m2 con escenario y cabinas de acceso independiente. Cuatro tienen butacas fijas y gradas y los otros dos cuentan con equipamiento móvil), además de tres restaurantes y bares.

 

Entre obreros y artistas, entre lo antiguo y lo moderno, los encargados de la obra del Centro Cultural Néstor Kirchner compartieron su experiencia, sus secretos, las claves del montaje de una tremenda estructura. Y el Centro Argentino de Ingenieros los pone a disposición de todo el público en esta nota…