#EntrevistasCAI | “La Industria argentina es posible”
El Ingeniero Alfredo Indaco, ex Director de Exportaciones de Tenaris, ex Director de Tenaris USA y ex Director General Área internacional de Ternium – además de miembro de la Comisión Directiva del CAI-, nos revela cuáles son las condiciones para desarrollar una industria competitiva. “La minería y la extracción de hidrocarburos, que según el BM forman parte del sector industrial, son importantes generadores de divisas que la industria demanda”, señala y agrega: “Hay que creer en la capacidad de innovación individual de los empresarios, en las empresas, sin descartar a priori ningún sector.”
“La Industria argentina es posible”
-¿Cómo ha sido el desarrollo de la industria argentina en las últimas décadas?
– Tomando la década del 70 como referencia, el desarrollo industrial argentino ha sido entre mediocre y pobre. Hubo momentos en que estuvo un poco mejor, por el nivel de actividad y porque hubo inversiones. Otros en los que estuvo peor, pero en general, desde 1970 hasta la fecha, la Argentina no siguió un desarrollo industrial claro y coherente. A fines de la década del 60 existía una base que hubiera permitido al país tener hoy una industria más desarrollada y competitiva.
-¿Cuando dice que hubo una industria, a que se refiere? ¿Puede citar ejemplos?
-Aunque no soy un historiador de la industria, me queda bastante claro que antes de los ’70, la industria argentina, sea la industria automotriz, la electromecánica, la de los electrodomésticos, la textil entre otras, tenía una base bastante sólida. El mundo, a partir de ahí cambió, y la Argentina, con sus políticas pendulares, quedó navegando entre ciertos años de bonanza y años de crisis, y de a poco esa base Industrial se fue desdibujando. En la actualidad, por supuesto que existe una cierta base industrial sobre la cual crecer, pero comparada con la que existía en aquel momento, es de mucho menor envergadura considerando el desarrollo que han tenido otros países desde entonces. De aquella época basta recordar marcas emblemáticas como SIAM, el Grupo Bunge & Born, Alpargatas, Terrabusi, entre otros ejemplos.
-¿Que pasó entonces?
-Un país que periódicamente tiene crisis muy profundas, difícilmente pueda crear políticas sustentables en cualquier ámbito, incluido el desarrollo industrial. Hay pocos países que en forma recurrente, y durante décadas, tienen crisis económicas y sociales de la profundidad que ha tenido la Argentina: hiperinflación, corralitos, inseguridad jurídica, cambios radicales en las reglas de juego, moneda poco confiable, etc. Perdimos el tren. Sin embargo creo que hoy existe alguna industria nacional que hasta puede ser un modelo, pero son casos puntuales. Por ejemplo, Tenaris es líder en la fabricación de tubos petroleros. Arcor salió por el mundo a competir y lo ha hecho con éxito. En otro rubro podemos mencionar a Invap y hay algunos otros ejemplos. Entre las Tics pensemos en empresas como Mercado Libre, como Globant, son empresas que, sin ser líderes mundiales, tienen cierto reconocimiento internacional y cotizan en la Bolsa de Nueva York. Estos casos y algunos otros me hacen mirar el futuro con optimismo, si hacemos las cosas bien.
-¿Será que hemos perdido cierta cultura industrial?
-En parte sí. Lamentablemente se ha perdido parte del know how de ciertos oficios que se transmitían de generación en generación. Además la industria en sí misma es una fuente de conocimientos que se retroalimenta. Es lógico pensar que el emprendedor de mañana haya desarrollado sus habilidades trabajando en una planta industrial. En un proceso en que el sector industrial se achica, esas habilidades se pierden y retroalimentan el proceso de desindustrialización. Algo de esto ha ocurrido en las últimas décadas.
-¿Cuándo se perdió esa cultura? ¿Cómo fue en otras Naciones?
-Nuevamente tenemos que remitirnos a los 70. Hoy es difícil encontrar una familia que diga “mi abuelo, mi padre y yo hacemos esto desde el año 1930”. En la primera mitad del siglo XX el desarrollo industrial tuvo dos grandes polos. Europa, cuya industria nació a partir de una arraigada cultura artesanal y de oficios, que después se convierten en empresas medianas y algunas de ellas llegan a ser grandes multinacionales. El otro polo, el norteamericano, en cambio, es más fruto del “American Dream”. Un inmigrante que llegaba, se juntaba con algún connacional y viendo alguna oportunidad en algún rubro, cualquiera, volcaban ahí todo su esfuerzo. Les podía ir bien o mal. Obviamente a la mayoría les iba mal, pero a los que les iba bien, les iba muy bien, y así nacen las grandes empresas. Tengamos en cuenta que la inmigración a EE.UU, tuvo una importante vertiente de gente educada, muchos provenientes de Europa central, que encontraron en ese país un ambiente propicio para cosechar el fruto de su trabajo. En las últimas décadas del siglo pasado aparece un tercer polo industrial en el Lejano Oriente, que es una mezcla de las dos cosas. Allí existen culturas budistas, confucionistas, taoístas y un Estado generalmente muy poderoso, a diferencia de EE.UU. donde cumple un rol muy accesorio. Entonces son tres modelos de desarrollo distintos, y me resulta difícil encuadrar a la Argentina en alguno de estos tres modelos. Tengamos en cuenta, también, que la mayoría de estos países sufrieron guerras. Y con todo lo dramático y terrible que eso significa, muchos economistas sostienen que las guerras aceleran el desarrollo tecnológico en determinados rubros (el radar, la computadora, la industria aeroespacial, por mencionar solo algunos ejemplos), tecnologías que después se vuelcan al desarrollo de industrias nacientes y de avanzada.
-¿Cuáles diría que son las claves, los vectores, para desarrollar una industria?
-Se considera, y hasta cierto punto es correcto, que la Argentina es un país donde abundan los recursos naturales. Pero eso es de relativa utilidad ya que el desarrollo industrial requiere know how, lo cual significa inversión en investigación, desarrollo y equipamiento en un proceso ininterrumpido y de largo plazo. Todo esto se tiene que dar en un marco de estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica y sobre todo, del reconocimiento generalizado del empresario industrial. En la Argentina una persona que innova, que invierte, que se levanta todos los días a las 6 de la mañana, sea PyME o no PyME, y encima brinda fuentes de trabajo debería ser admirado por toda la sociedad, como lo es en cualquier país desarrollado. Pero vayamos al fondo de la cuestión, ¿la Argentina necesita tener una industria potente, fuerte? En mi opinión personal, definitivamente sí. No me imagino un país como el nuestro, de 45 millones de habitantes, sin un desarrollo industrial sólido. Me cuesta pensar en este país generando riqueza y bienestar para todos sus habitantes solo en base a commodities agrícolas y servicios, aunque creo que ambos son fundamentales. Para ser más claro, en un país como el nuestro se necesita no solo producir commodities agrícolas (para lo cual ya demostramos ser eficientes) y servicios, sino además una industria desarrollada para brindar oportunidades de trabajo y superación a una gran mayoría de sus habitantes, desde lo menos calificados hasta los profesionales mejor preparados. Sin industrias habrá siempre una gran parte de la población que dependerá del Estado, de planes sociales o quedará sumergida en la marginalidad. El hecho de que tengamos trigo y que fabriquemos el mejor dulce de leche no nos convierte automáticamente en un exportador de alfajores a todo el mundo, o de quesos, porque tenemos abundante producción de leche. Es la misma diferencia que hay entre tener vacas y cuero, y vender zapatos. Vayamos a hora a un caso exitoso, en Argentina hay varias empresas de software, en su mayoría manejadas por gente joven, que innovan, desarrollan buenas ideas y las exportan a distintos países del mundo. Eso es fruto de la capacidad individual de los ingenieros argentinos y de su creatividad, que son virtudes que nos caracterizan.
-¿Y al Estado que rol le cabe?
-El Estado tiene un rol fundamental en crear las condiciones para que esos desarrolladores puedan hacer su trabajo. No hay industria con niveles de inflación de 50%, sin moneda, si no existen reglas de juego más o menos estables. No hay industrias si, para hacer frente a la maraña de impuestos Nacionales, Provinciales y Municipales entremezclados, hay que ser un experto en impuestos. No hay industria si para iniciar un emprendimiento hay que superar mil trámites burocráticos. La obligación del Estado es crear las condiciones para que aquellos que son potenciales ganadores, inviertan y trabajen en Argentina y se queden en Argentina y desarrollen su know how con fuentes argentinas. También creo que el Estado debería promover la educación técnica a nivel secundario, tal como ocurría hace ya varias décadas.
-¿Cómo influye en esto las alianzas comerciales entre Naciones?
-Argentina, y esto también es un rol que debe ser ocupado por la sociedad y el Estado, no ha definido claramente quienes son sus aliados comerciales. Durante años nos hemos encerrado en el Mercosur y ahora, de repente, el Mercosur quiere abrirse al mundo, aunque no queda muy claro hacia dónde. Un país que quiere desarrollar su industria tiene que definir quiénes son sus socios. Chile lo definió más claramente, por eso no quiso ser parte del Mercosur ya que miró más al otro lado del Pacífico, al lejano Oriente y al norte hacia los EE.UU. Nosotros no tuvimos una clara visión estratégica. El mundo más que globalizándose se está compartimentando, y en este rompecabezas, ¿la Argentina dónde va a encajar, a cuál bloque comercial vamos a pertenecer?
-¿Cuáles diría que son los sectores con mayor potencial a tener en cuenta, de cara al futuro?
En un mundo tan cambiante, me parece arriesgado definir a priori ganadores y perdedores, pero pareciera que la Argentina no puede prescindir de la minería y la producción de hidrocarburos, que según el Banco Mundial son correctamente parte de la industria. Históricamente, la industria manufacturera ha demandado más dólares de los que genera. Mientras nos encaminamos hacia un perfil más exportador, lo cual no solo es vital sino que será la clara indicación de que somos competitivos, vamos a requerir divisas, que básicamente son generadas por el campo, la minería y el turismo receptivo. Generar divisas para hacer frente a la importación de maquinaria, insumos, etc, es un factor clave de un desarrollo sostenido. Cuando esto no sucede, tarde o temprano aparece una crisis por falta de divisas. Es una cuestión recurrente en la historia argentina. En definitiva: es equivocado presentar la disyuntiva entre campo o industria. Es campo más industria.