La Ciudad de Buenos Aires esconde decenas de tesoros y descubrir alguno de ellos puede ser un viaje a otros tiempos, en los que se combinan historias, encuentros, intrigas, placeres. Es lo que dejó esta Experiencia CAI, realizada el 15 de julio, que permitió a los asistentes, conocer la Colección Balanz, uno de los mayores tesoros que posee Buenos Aires.
La historiadora del arte y curadora Vicky Cobos, junto a The Art Break, condujeron una visita por los pasillos y las oficinas de la compañía financiera, con una parada en cada una de las obras para conocer su historia y su significado.
El recorrido, que se extendió durante una hora y media, permitió percibir la pasión, el entusiasmo y el desenfado que dejan traslucir las obras de esta colección que, en la visión de sus promotores, muestran una personalidad única.
El teatro de la desaparición, es una obra del artista rosarino Adrián Villar Rojas, realizada en 2017 y presentada en la terraza del MET de Nueva York. Se trata de una instalación que invitó a los asistentes a pensar sobre el pasado y el futuro sin olvidar la amalgama con el presente que, en el ida y vuelta, se vuelve inquietante.
Despertando al tigre, la propuesta artística de Ananké Asseff, apuntó directamente a los temas del día a día del ser humano: la violencia, el miedo, la amenaza, hoy comunes en el mundo, sin importar en qué parte de él se viva. Y, otra vez, una introspección obligada frente a la expresión vivenciada.
Para salir de este momento de impacto hubo que ir hasta The Sun Lits Life, Let the Son, una obra que se sale de los patrones convencionales y que, con una estructura textil, en forma de puente con rocas y bolas de plástico, permitió conectar con la belleza de la naturaleza. Realizada por el artista brasileño Ernesto, la obra está rodeada de plantas colgantes y especias, lo que otorgó a los visitantes la posibilidad de ingresar en la dimensión de los aromas, como el de la pimienta negra, la cúrcuma y el comino, como protagonistas principales. Se trata de una escultura blanda que, inclusive, desafió la gravedad y el movimiento pues fue posible “meterse dentro de ella”.
Inmersos en la naturaleza, la parada artística siguiente fue Haití, la segunda instalación del recorrido, de Tomás Espina. Un conjunto de cabezas de terracota, de “apariencia”precolombina se sucedían en hileras montadas sobre tablones. Fue una forma de vivenciar los museos etnográficos en donde los huesos y otros vestigios humanos de los osarios son dispuestos de tal forma que permitan comprender ciertos ritos, como aquellos vinculados con la muerte.
También hubo espacio para la fotografía y admirar los trabajos de Nicola Alada, como Backstage que, justamente, refleja el detrás de escena de la realización de una pieza en homenaje a Francis Bacon y que fue una de las que animó el diálogo durante el recorrido.
Algunos de los secretos de la Ciudad de Buenos Aires se descubren con las Experiencias CAI y la visita realizada a la Colección Balanz inaugura una nueva etapa de estos encuentros.