Las mejores prácticas para la gestión de residuos tecnológicos
Se realizó la charla “Residuos tecnológicos: la montaña que crece”, organizada por la comisión de Área Metropolitana CAI – CPAU.
La permanente evolución de la tecnología y el desarrollo geométrico del consumo en las últimas décadas provocan que, en apenas unos meses, artefactos nuevos sean reemplazados por otros aún más modernos y que los primeros se vuelvan residuales. Es una situación que no se detiene y para debatir al respecto, el martes 15 de abril la comisión de Área Metropolitana CAI – CPAU, en virtud del convenio de colaboración firmado por ambas entidades, realizaron la charla “Residuos tecnológicos: la montaña que crece”, una actividad conjunta destinada a estudiar e implementar metodologías adecuadas para el manejo y la gestión de esos residuos.
Este eje temático fue organizado y coordinado por representantes de ambas instituciones, por un lado la ingeniera Claudia Baltar, miembro de la Comisión de Medio Ambiente del Departamento Técnico del CAI y por el otro lado el arquitecto Néstor Magariños, presidente de la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente del CPAU.
La primera parte de la charla estuvo a cargo de Gustavo Fernández Protomastro, biólogo de la Universidad de Buenos Aires y Master en Ingeniería y Gestión Ambiental (UPC, Barcelona). Con más de 30 años en la temática ambiental, Fernández Protomastro explicó cómo se generan los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). “El ciclo de vida de un teléfono ahora es de 3 a 4 años. De una computadora, 4 años. Las nuevas heladeras Siam no son como las viejas. Imagínense qué sucede si cada habitante genera 10 kilos de RAEE por año. Se transforma en una cifra inmanejable”, ilustró.
En su presentación, introdujo también la idea de que las ciudades se transforman en una suerte de enormes yacimientos con sus minerales ya procesados y desechados. En los residuos electrónicos se encuentra cobre, bronce, litio y centenas de metales muy requeridos y bien pagados en el exterior. Con lo cual el desarrollo de esa actividad también podría ser rentable. Es una especie de “minería inversa” y de “minería urbana” que tienen además un fuerte proceso medioambiental. La dificultad que por ahora se presenta es el breve marco legal para desarrollar la gestión de esos residuos.
“En un futuro no muy lejano habrá que tener planes diferenciales para desarrollar las distintas actividades. Cuando alguien demuela una casa, primero tendrá que ver qué es lo que hace con los residuos, cómo los reciclará o incorporará de nuevo al sistema productivo. Ese es el concepto de economía circular que quiero introducir. No se puede seguir enterrando las cosas en los rellenos sanitarios, como antes. Hay que hacer algo con esos residuos, nos tenemos que hacer cargo”, explicó Fernández Protomastro.
En un segundo módulo de la charla se explicó el trabajo de la Fundación Compañía Social Equidad, una organización sin fines de lucro que, en asociación con escuelas y otras organizaciones sociales, recicla equipos y dona computadoras a sectores de menos recursos, para así acortar la brecha digital. Esa labor fue presentada por el director de la fundación, Juan Faieraizen. “Recibimos las donacionesy primero separamos los elementos. Con un tercio de lo que recibimos armamos equipos nuevos, lo que denominamos una PC social. El resto se lo damos a recicladores. Así se benefician unas 25 instituciones por mes”, relata el proceso que llevan adelante. “Ese residuo lo podemos ver como una catástrofe o como un ciclo virtuoso. Transformamos un pasivo ambiental en un activo social”, concluyó Faieraizen.