El jueves 30 de septiembre se llevó adelante una nueva jornada organizada por la Comisión de Jóvenes del CAI, en la que el disertante fue Eduardo Serantes; B3 y Co Fundador y director general, y contó con la moderación de María Delia Parera, jefa de División de Gestión estratégica de la CNEA y miembro de la Comisión de Jóvenes del CAI.
“Comencé trabajando en la ONG Cimientos, apoyando a chicos que terminan la secundaria en escuelas técnicas. Pero me di cuenta de que quería algo más vinculado a la ingeniería y, después, entré en una fábrica de carritos de supermercado, típica PyMe metalúrgica del conurbano, con 60 operarios, una metodología antigua de trabajo pero donde adquirí una experiencia muy enriquecedora”, dijo Serantes al iniciar su exposición.
A los 23 años recibió su diploma y comenzó a trabajar en una empresa de servicios petroleros, en un equipo que estaba fusionándose con otra compañía, y con inserción en América latina, lo que le permitió viajar y aprender muchísimo.
“Pero había algo que me frustraba, que no encontraba, que no tenía razón lógica, y es que no estaba a gusto. En paralelo venía trabajando en TECHO (la ONG que concientiza a los jóvenes sobre la importancia de la vivienda) y al preguntarme qué me motivaba, surgió la oportunidad de armar la fábrica social de TECHO”, comentó.
Entre los ingenieros voluntarios de esa ONG fundaron otra asociación para fabricar los paneles para las viviendas de TECHO. Sabían que con un taller propio iban a tener mejor calidad, ser más eficientes en costos para la ONG, emplear a personas de los barrios a los que asistían, y hacerlos con las normas adecuadas.
“Hicimos un plan de negocios y nos jugamos, y con 25 años arranqué con este proyecto que después gerencié durante cuatro años”, relató. Fue una asociación civil con lógica de empresa porque el objetivo no era obtener ganancia, sino eficiencia para TECHO. Esto le permitió ganar un nuevo tipo de experiencia.
“Pasar de una petrolera a esto significó ganar la mitad, y tener mucha responsabilidad. Pero no creo que necesariamente tenga que ser así. Cuando uno elige un camino algo resigna y algo gana”, apuntó. Y aunque ya no forma parte de esa asociación, aseguró que fue el lugar donde más creció.
En el año 2015, con el cambio de gobierno, se me abrió una oportunidad para trabajar en el sector público. Y recalé en la secretaría de Economía Social, donde me desempeñé en dos áreas. Fue muy bueno, muy áspero, recorrer el conurbano, encontrarse con cosas positivas y negativas e intentar transformar dentro de una estructura gigante con enormes complejidades e interacciones, como es el Estado, y con tiempos cortos”, resumió.
¿Qué hace un ingeniero industrial en estos lugares que recorrió entonces? “En cualquiera de estos espacios siempre es necesaria la mirada técnica y hay cosas bien prácticas de la ingeniería aplicada a las cosas sociales”, aseguró. “Los ingenieros tenemos mucho para aportar en temas de gestión porque podemos comprender la resolución de los problemas técnicos”, amplió.
Con el cambio de Gobierno se quedó sin trabajo, y al poco tiempo, vino la pandemia. Si bien a los seis meses consiguió empleo nuevamente, en el medio había vuelto a tomar contacto con aquellos ingenieros con los que había creado la fábrica de paneles para las viviendas. Su objetivo era trabajar en un lugar donde pudiese producir impacto social.
En paralelo comencé el emprendimiento B3 con aquellos compañeros del principio de esta historia. Y nos propusimos seguir con el tema de la vivienda: Hacer casas buenas, bonitas y baratas de rápida construcción, pensadas para barrios populares”, explicó.
Comenzaron trabajando con algunas ONG y las primeras casas desarrolladas fueron de muy bajo costo, con buena eficiencia térmica, buena instalación, pero se dieron cuenta que “el problema del acceso a la vivienda excede la cuestión tecnológica y tiene que ver con el acceso al financiamiento”, admitió.
Repensaron el modelo de negocios inicial y se creó una línea orientada a quienes tienen algo de ahorro y algo de acceso al crédito, pero sin dejar de pensar en proveer casas accesibles.
“En estos trabajos que fui teniendo me fui formando. Y aprendí mucho de lo comercial en paralelo”, reconoció. Y, así, en base a experiencia, formación continua y objetivos que se fueron reformulando fue dándole lugar concreto a su rol de ingeniero industrial dentro de empresas de impacto.