El jueves 12 de noviembre se realizó, a través de la plataforma Zoom, el panel con la presencia, como oradores, del Ingeniero Sergio Kaufman, Presidente de Accenture Argentina; el Ingeniero Javier Martínez Álvarez, Presidente de Tenaris Cono Sur y el Ingeniero Pablo Bereciartúa, vicepresidente del CAI, que contó con la moderación del Ingeniero Horacio Salgado, quien fue decano de la facultad de Ingeniería de la UBA (2014-2018) y es Tesorero del CAI. Las tres grandes preguntas del panel fueron: ¿Cómo debería reformularse la educación de los ingenieros, a la vista del Covid-19? ¿Qué futuro podemos esperar para la educación de la ingeniería en la Argentina? y ¿Qué calidad de ingeniero sobrevivirá a la pandemia?
Comenzó con la temática el Ing. Martínez Álvarez que destacó, en principio, el compromiso de Techint con la educación y la innovación, a lo largo de su historia, y que “estuvo siempre en el ADN de la empresa”. Y resaltó, al mismo tiempo, la capacidad de la empresa “en captar recursos humanos de excelencia”. Explicó que las grandes plantas de la empresa, ubicadas alrededor del mundo, están muy vinculadas a las comunidades a las que pertenece “y la educación ha sido siempre nuestra característica distintiva”. Se refirió, por ejemplo, a la Escuela Técnica Roberto Rocca, ubicada en la localidad de Campana- cercana a la planta-, y destacó la importancia de la escuela secundaria técnica en la formación de los futuros ingenieros. Dio como ejemplo el proyecto de voluntariado que implementó la empresa y “las peleas que tuve que librar con el grupo de abogados de Tenaris para poder llevarlo a cabo”. Enseguida se refirió a los temas medioambientales que “comienza a tener mucho lugar en nuestra agenda”. Mostró un gráfico en el que se apuntaban los 5.100 graduados en ingenierías “Core”, promedio por año, “lo que sería algo así como 1 ingeniero cada 8600 habitantes, y es un tercio de los egresados de la carrera de Ciencias Económicas, un tercio de la cantidad de abogados y casi la misma cantidad de psicólogos. Si lo comparo con otros países, en Brasil, por ejemplo se gradúa un ingeniero cada 4.000 habitantes y en Alemania es uno cada 2.000. Sería deseable que haya un mayor número de egresados, teniendo en cuenta que esto hace que un país se desarrolle mucho más y de mejor forma, según los datos históricos. En cuanto a la calidad. De esos egresados del país, el 70% de los ingenieros egresados pasan, de alguna manera, por Techint, al menos así fue en lo últimos cuarenta años. Y esto sigue siendo un activo del país. Ahora, también vemos, en todas nuestras zonas de influencia, que la escuela primera viene más o menos aguantando la parada y en la escuela secundaria es donde vemos un deterioro muy marcado, que luego va en desmedro del sistema universitario. Otro tema que hemos observado es el deterioro de la educación técnica en el país, hace ya muchos años. Pero pongo también un poco de foco en lo que tiene que ver con el futuro: el 24% de esos ingenieros de Tenaris en el Cono Sur son mujeres, en su mayoría ingenieras químicas pero aunque nos gustaría incorporar muchas más mujeres, ya que este es otro cambio de paradigma, no las encontramos aún entre las egresadas de otras ingenierías”.
Luego el Ing. Salgado, le pasó la palabra al Ing. Sergio Kaufman, quien hizo una breve introducción comentando como la organización que dirige, Accenture, tenía 80 empleados en los años ’90, cuando el ingresó a la empresa, y hoy tiene unos 10 mil empleados, solo en Argentina, de los cuales unos 700, calculó, son ingenieros. Y agregó otro dato, vinculado a los empleos del futuro: tiene unas 800 vacantes abiertas para ingenieros que aún no logran cubrir para ocupar posiciones vinculadas a las nuevas tecnologías. “Es decir que esto simple ejemplo nos demuestra que tenemos un problema a futuro, no en la compañía, sino a nivel desarrollo país. No estamos alcanzando el potencial que podríamos”, señaló. “Nuestro propósito como empresa es el cambio y romper con el statu quo. Claramente lo que estamos viendo, y que se está reescribiendo, es el tema del Covid y cómo se va transformando el mundo en algo mucho más digital, que era algo que las compañías tomaban como un proyecto piloto y pasó ser una necesidad de supervivencia. Ahora ya está para quedarse. Lo que pasó hace 20 años con Internet hoy está pasando con la nube. Hoy Internet ya no es una tecnología sino una manera de gestionar empresas. Aquellos que lo entendieron son los Amazon de hoy. Lo mismo está pasando con la nube, las nuevas organizaciones están allí y tampoco es solo una tecnología sino una plataforma que genera organizaciones distintas donde la virtualidad es la esencia. Y todo eso genera la necesidad de nuevas habilidades”, dijo y agregó que si debiera pensar en que cosas debería tener un ingeniero que hoy no le es enseñado, “son las habilidades denominadas blandas. Por ejemplo, oratoria y debates, deberían ser materias mandantes ya desde el secundario. En la nueva realidad, en la que quizás uno nunca vio personalmente al empleado con el que está dialogando en videollamada, estamos obligados a comunicar mejor y a entender mejor a esa persona en su totalidad, y no solo en su rol. Y esto va a requerir de nuevas habilidades”.
Le siguió en la exposición el Ing. Bereciartúa, quien se preguntó cómo hacer para que la Argentina desarrolle todo su potencial que claramente excede al que ha desarrollado en las últimas décadas. “La Argentina es pobre en cuanto a desarrollo pero también tiene ese talento necesario para alcanzar su techo, y es quizá este el dilema a través de su historia”, dijo, y presentó unos gráficos con datos y cifras en línea con su pregunta. “Hoy, en el mundo, quien no avanza se queda atrás y se atrasa respecto al resto de los países. Es decir, está sucediendo un cambio de paradigma y si no tomamos conciencia y hacemos algo rápido para poder ser parte, volveremos a perder una gran oportunidad que se nos abre en la actualidad. Y es más que una oportunidad, es una necesidad ya que si no aprovechamos el crecimiento exponencial que en el mundo están teniendo las nuevas tecnologías, no podremos ser parte del mundo que viene y el costo de eso es lo que nos debiera preocupar”, dijo. Se apoyó en un gráfico que mostró la variación del producto per cápita, de algunos países, y como el valor de lo tecnológico influyó en su crecimiento. “Hoy, a diferencia de cien años atrás, los números indican claramente que ese desarrollo está basado en el capital intelectual. De acuerdo a un estudio que realizó el Banco Mundial el capital intelectual vale hoy cuatro veces más que el capital físico. Ya no son los países con más recursos naturales los que más crecen sino los de mayor capital intelectual. Por lo tanto, este tema es central para la viabilidad de nuestro país. Si no cambia la agenda la Argentina, inexorablemente nos transformaremos en un país más pobre y más inequitativo de lo que actualmente es”, afirmó. Ingresando de lleno en el tema de la educación, mostró como quienes implementan en su educación las ciencias STEM logran alcanzar los indicadores de capacidades más altos. “Quisiera afirmar que el sistema universitario argentino no está funcionando bien. Las cifras hablan por sí solas. La tasa de graduados en el sistema argentino es de las más bajas en la región y mucho más, comparada con los países avanzados. Argentina tiene en el sistema de educación media dura demasiado tiempo y con currículas muy antiguas y que no están enfocadas en las capacidades del futuro. Debemos repensar el sistema universitario y el punto central es que debemos medir en qué condiciones ingresan los alumnos y sobre todo, en qué condiciones egresan, que saben al egresar. No tenemos una forma de comparar como educan las universidades argentinas y eso es inadmisible para el momento en el que estamos. Con solo mirar los resultados de las pruebas aprender del último año, y comparándolo con los anteriores solo en matemática, los resultados son alarmantes. De haber sido número uno en los ’90 en América Latina, hoy es 8 o 9 depende de cómo se mida. Por otra parte, y también respecto de los ’90, la escuela estatal decreció y lo que es más alarmante es que en la educación Argentina se dispone de fondos. Es decir, nosotros como país, invertimos cifras similares a las que invierten los países más avanzados, entre 5/6 puntos del PBI. Pero tenemos resultados muy malos por esa inversión. También las pruebas aprender nos indican que solo el 25% de nuestros alumnos aprenden matemáticas en el secundario, mientras que en los países avanzados lo hace el 75% y en Japón, por dar un ejemplo, el 90%. O sea, no hay futuro posible en un mundo innovador, y es un problema cultural y no de falta de recursos”, afirmó.
Luego se refirió a la educación de la ingeniería. “Un estudio del MIT, sobre este tema de la educación de la ingeniería, encontró dos conclusiones centrales que son muy buenas para nosotros: Ellos ven que el liderazgo de la ingeniería en el mundo va a dejar de ser del hemisferio norte, en las próximas décadas, y va a pasar al hemisferio sur, es decir va a dejar de ser de las economías de mayor ingreso per cápita y va a pasar a ser de las economías emergentes, que están en crecimiento. Y la otra conclusión a la que arribaron es que la ingeniería del futuro va a tener más que ver con enfrentar los grandes desafíos dela sociedad. Por otra parte, tomando cuatros países en forma comparativa, como los son Singapur, Reino Unido, Australia y Holanda, son países en los que las carreras de ingeniería tienen un promedio de duración menor a los cinco años, y el resto lo dedican a una maestría. Nosotros debemos comprender que se logra con eso. Por supuesto que nuestros ingenieros deben obtener lo básico pero hay cuatro vectores que se deberían incorporar a las carreras. Uno es el de aprender a aprender, salir del enciclopedismo e incorporar mayor capacidad de análisis crítico e incorporar la multidisciplina. El segundo tema es Pensar distinto pero creando, y el tercero sería hacer distinto emprendiendo más e innovando. El cuarto es el compromiso social, hay que sumar a la carrera el desafío de aprender a resolver problemas en temas como los de vivienda, los de infraestructura, energía y crear mayor cantidad de empresas de valor tecnológico. Para terminar, creo que la Argentina puede ser, puede convertirse, en una potencia innovadora en la región por que tiene los talentos y las capacidades para eso, para eso hay que planificar con visión de futuro”, finalizó.