Las mujeres ingenieras ya tienen quien cuente su historia. Y se conocerá más sobre ellas en el marco de las celebraciones por los 150 años del primer graduado de ingeniería de la Argentina, Luis Huergo, durante los primeros días de junio.
Matilda y las Mujeres en Ingeniería en América Latina es el nombre del libro que se presentará el próximo 6 de junio para homenajear a aquellas mujeres pioneras de esta actividad en la Argentina y en la región. Y darles la visibilidad merecida.
Se trata de un libro editado por el Consejo de Decanos de Ingeniería Argentina (CONFEDI) y el Latin American and Caribbean Cosortium of Engineering Institutions (LACCEI). Si bien el libro tuvo una primera versión, que fue presentada el pasado 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, la repercusión fue tal que decidieron ir por una segunda parte, donde se cuentan nuevas historias y reflexiones de ingenieras de América latina.
Tanto en aquella oportunidad como en esta el objetivo es el mismo: motivar a las chicas, adolescentes y jóvenes a estudiar ingeniería y a encontrar en esta profesión, considerada apasionante por quienes la ejercen, una oportunidad de desarrollo personal y laboral.
En este segundo libro se reúne a 44 autoras y autores de 10 países que hicieron su aporte a través de 39 artículos, 19 de los cuales corresponden a la Argentina. Entre ellos, se destaca el de Marina Rosso Siverino, vicepresidenta del Departamento Técnico del Centro Argentino de Ingenieros (CAI), quien abordó una temática más vigente que nunca: “Desafíos nuevos y recurrentes para las mujeres de la ingeniería”.
El tema de la integrante del CAI cobra valor en un contexto donde sólo se recibe una ingeniera cada 10.427 mujeres argentinas. Si se trata de varones, esa relación es mucho menor: se gradúa un ingeniero cada 3.238 habitantes, de acuerdo a datos del CONFEDI. Una estadística que muestra todo lo que hay que trabajar en el presente para que el futuro cambie.
Si esos números se miran sobre lo que sucede con las carreras de ingeniería se advierte que el porcentaje de mujeres que estudian se inscriben en ingeniería, se convierten en estudiantes y se gradúan oscilan entre el 23% y el 24%, y si bien se trata de cifras en ascenso, el comportamiento es lento. En 2009, estos niveles se ubicaron en torno al 22%, lo que muestra que una década después sólo se avanzó un par de puntos porcentuales.
De ahí el nombre del libro. El “Efecto Matilda” alude a la insuficiente valoración que de manera sistemática se hace a las mujeres en el campo científico y al escaso reconocimiento a sus contribuciones académicas. También se vincula con el fenómeno por el cual las mujeres y sus aportes científicos se acreditan a los hombres o, directamente, se las pasa por alto por completo. La historia está repleta de antecedentes en este sentido.
“Los libros de Matilda pretenden contrarrestar ese fenómeno. Son parte de las acciones de la Comisión de Mujeres en Ingeniería de CONFEDI para promover la vocación por la ingeniería en niñas, niños, adolescentes y mujeres y la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres en el campo de la ingeniería”, expresaron desde la institución.
Matilda y las Mujeres en Ingeniería en América Latina puede descargarse en forma gratuita desde aquí