Las posibilidades de acceder a servicios cotidianos a través de las actuales redes se verán potenciados a partir de la evolución hacia las redes de quinta generación
La pandemia de coronavirus dejó en evidencia en el mundo la necesidad de contar con conectividad que garantice a la población el acceso a la educación, a la salud, a la información, al comercio y demás productos y servicios para poder cumplir con las restricciones que se impusieron en cada uno de los países. Si esto es posible cumplir con las actuales redes 4G, con las próximas de 5G el valor de estas infraestructuras de red se ampliarán de manera exponencial gracias a su estandarización.
La atención médica se presenta como una de las oportunidades para el crecimiento del Internet de las Cosas (IoT) en Latinoamérica hacia 2022, con Colombia, Chile y México como algunos de los potenciales focos de crecimiento.
En la Argentina, en el marco de las restricciones impuestas para frenar el nivel de contagios de coronavirus, la telemedicina es una de las actividades que experimenta crecimiento en adopción y uso. De hecho, la Superintendencia de Salud, a través de la resolución 282/2020 dispuso que, mientras duren estas medidas, “los Agentes del Seguro de Salud y las Entidades de Medicina Prepaga deberán implementar y fomentar el uso de plataformas de teleasistencia y/o teleconsulta a fin de garantizar las prestaciones de demanda esencial”.
Hacia adelante, la estandarización de las redes 5G, que ya prevé necesidades en el sector de la salud, como cobertura móvil confiable para vehículos o conectividad para tecnologías de asistencia médica en instalaciones, potenciará aún más estas prestaciones. Por esa razón, para los impulsores de estas infraestructuras, es necesario que la tecnología se complemente con legislación y acciones que promuevan la seguridad en el manejo de la información clínica.
El acceso fijo-inalámbrico a Internet ya existe en varios países latinoamericanos, pero 5G puede darle un impulso adicional, sobre todo como una alternativa a tecnologías cableadas en áreas de difícil acceso o sin servicio.
Hay varias configuraciones para hacer llegar el servicio a hogares y edificios, pero que es central la existencia de espectro suficiente y redes de transporte. La banda de 3,5 GHz es una de las que pueden apoyar el desarrollo de este servicio a nivel internacional y es importante que los gobiernos consideren el potencial del rango 3,3-3,7 GHz como espectro para este caso de uso.
El Gobierno argentino, por ejemplo, trabaja en estos días en la definición de una Plan Plurianual de espectro, que se espera esté listo en los próximos meses, tal como lo señaló el subscretario de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Martín Olmos, durante la firma del convenio entre 5G Americas y el Centro Argentino de Ingenieros (CAI) en marzo pasado.
Las redes 5G también habilitarán nuevos usos e impactos de los vehículos aéreos no tripulados (VANT) o “drones” en distintos sectores como en la agricultura, el transporte de mercancías o en las ciudades como una herramienta de monitoreo de infraestructura crítica.
Si bien ya se contempla el servicio a los VANT utilizando redes Long Term Evolution (LTE), su potencial se desarrollaría con redes 5G para integrar comunicaciones altamente confiables y mejores capacidades de transmisión de video. Debido a que es un caso que requiere cubrir grandes distancias más allá de la línea de visión, se requerirá que las redes 5G estén disponibles y tengan capacidad suficiente en varios puntos geográficos.
Los trabajos para estandarizar 5G atienden algunos casos de uso novedosos. Inclusive, se contempla que surjan aplicaciones que aún no se conocen, como ocurrió con las generaciones móviles previas. Por esa razón, para los impulsores de las nuevas redes es necesario que los gobiernos nacionales en Latinoamérica promuevan mejores prácticas para permitir que la nueva generación de tecnologías móviles cuente con suficiente espectro radioeléctrico y un marco favorable a la instalación de más infraestructura.