El jueves 18 de marzo se realizó a través de la plataforma Zoom la primera charla del ciclo CAI AGRO, cuyo orador fue el Ing. Agr. Héctor Huergo, Pro secretario de Redacción de Clarín Rural, responsable de contenidos del Hub Rural del Grupo Clarín y coordinador de este ciclo, y el Ing. Pablo Bereciartúa, Presidente del CAI.
El Ing. Breciartúa abrió el ciclo agradeciendo el compromiso del Ing. Huergo, y dijo: “Yo veo el ciclo pensado para derribar mitos y siendo el campo tan importante para la economía argentina, se torna vital para la reestructuración del país. Es importante mirar hacia afuera para entender las oportunidades que se abren en el campo en cuanto a los cambios de paradigmas. Siempre ha habido una dicotomía: se lo asocia al no agregado de valor, a la producción de commodity y de no ser importante para la economía, esto es un mito. Lo primero que queremos hacer es explicar porque es importante el campo en la economía argentina y cómo proyectarlo hacia la innovación en el futuro.
El Ing. Huergo agradeció la participación al CAI, recordó que es “bisnieto del Ing. Luis A. Huergo” y que esto lo marcó un poco, ya que sus ancestros fueron ingenieros civiles, y “siempre me sentí un poco inferior al estudiar ingeniería agrónoma”. “El campo, en realidad, se revela como una oportunidad para la Argentina, y esto es cuestión de que los Ingenieros nos involucramos más con la profesión. Con la tecnología, la agronomía nos presenta una nueva forma de ver el campo y pone a los alimentos en el centro de la escena”, dijo y recordó que “los ingenieros no entendían en los 70 por qué el girasol daba 12 quintales en una zona, 8 en otra y 5 en otra, y esto es por la fotosíntesis”.
“¿Qué fue lo que pasó en el siglo XXI? Lo que sucede es que desde la 2º postguerra, todo el mundo se enfoca en los alimentos. Europa se enfoca en la búsqueda de los alimentos subsidiando a ese sector y así llegar hasta el autoabastecimiento, lo que empieza a generar excedentes y es así que los países empiezan buscar la forma de colocarlos en el exterior, es decir exportarlos, y se desata una guerra comercial en los mercados, una guerra de precios”.
“De pronto cambian las condiciones en el mundo y la Argentina, que venía en una gama de innovación, produce un nuevo paquete tecnológico que hizo que se produzca la segunda revolución de las pampas. La primera entre 1860 y 1910 que es la de conquista territorial, y aparecen las chacras. Se produce la gran producción de carne y como coproducto se convierte en granero del mundo y para eso vienen los gringos y se arman las colonias y la Argentina empieza a generar un flujo creciente de materiales agrícolas, y aparecen los ferrocarriles y los puertos para poder exportar esta producción. Y entramos en el siglo XXI donde se dan nuevas condiciones. La FAO nos dijo que lo que predomina en el mundo es el hambre, pero la realidad es que es la mala nutrición. En cuanto los países aumentan su PBI, aumentan el consumo de proteínas, producto de la fotosíntesis primaria. Las poblaciones que están saliendo de la pobreza consumen más proteínas animales. Esta tendencia no hubiera existido si nos hubiésemos basado en los que ocurría en el mundo a fines de los 70, que fue la modificación de la proteína de pescado, que se daba como alimento al ganado y pasar a la soja, como sustituto. Así comienza la gran producción de cerdos en el mundo, y la soja se convirtió entonces en el principal alimento para producir cerdos”.
“Nosotros tenemos un acuerdo con China para la producción de cerdos similar al yacimiento de Vaca muerta en cuanto a su grandiosidad y potencial. Ese acuerdo habla de ingresos por 27 mil millones de dólares y para producirlo hay que alimentar a los cerdos con unos 30 millones de toneladas de maíz y poder producir unas 9 millones de toneladas de carne porcina. A partir de los 90, los chinos comenzaron a demandar grandes cantidades de soja para alimentar su producción de cerdos. Aquí aparece el glifosato para combatir la maleza de la soja y sacarle mayor rinde a los campos, que ha despertado una gran polémica en el mundo. Luego se comenzó a usar a través de la genética, la semilla de sembrado. Y aparece la soja transgénica a través de algo que llamamos RR.
¿Un proceso de crecimiento que se agota?, preguntó Bereciartúa. “Es la gran pregunta que nos hacemos en estos momentos. Habrá una agenda vinculada al calentamiento global y ¿cuál será la influencia de esto en los problemas agropecuarios? La carne vegetal y sintética, son los nuevos descubrimientos mundiales que se han llevado a cabo desde la actualidad. Y esto ha sido disruptivo, y lo será más a futuro. Otra cuestión clave será el impacto del petróleo barato y la aparición del biocombustible como reemplazo”, señaló el Ing. Huergo.
“Hoy en el campo se está llevando a cabo una gran revolución tecnológica a través del Big Data, de los satélites que nos ayudan a decirnos cómo, cuándo y dónde sembrar y a que profundidad, las maquinarias agrícolas ya son computadoras en sí mismas, y además tenemos a todas las mejores compañías del mundo metidas en la Argentina con la cuestión genética y la investigación para generar mayor desarrollo”, agregó.
“La argentina exporta las mejores sembradoras al mundo, la vieja Europa sigue usando el viejo arado. Nosotros hemos desarrollado la siembra directa, esta tecnología ha sido desarrollada por la agronomía y la ingeniería. Y esto ha hecho que se reconvirtiera esa industria, tenemos muchísimas fábricas de sembradoras. Por otra parte tenemos pulverizadoras, las mejores del mundo que se fabrican en la argentina, y ya están siendo usadas en el mundo. También apareció la fibra de carbono, un material híper liviano, que se usa para ensanchar las barras de pulverizadores de los campos”.
En cuanto al valor agregado, hoy la Argentina lidera el mercado mundial del mercado del aceite de soja, es primero- también- en el mundo de la harina de soja, y sin esto los países no podrían producir sus proteínas. El aceite a su vez es el insumo básico de los biocombustibles, pero argentina instaló 4 millones de metros cúbicos en plantas para fabricarlo. Por este motivo EE.UU. y Europa pusieron cupos, y ahí hay que trabajar mucho desde la diplomacia. Además tenemos una gran producción de etanol, que es el principal insumo para producir alcohol en gel, algo que ha crecido mucho su consumo por el coronavirus, por ejemplo. Pero necesitamos mucha inversión en infraestructura en rutas, salidas de los campos para sacar la producción y puertos, y en esto hasta ahora ha sido calve la inversión privada”, finalizó.