Recorrimos el rompehielos de la Armada Argentina, con la guía del Capitán de Corbeta Leonardo Debernardi (Ing. Mecánico y Naval).
Entre los 121 metros de eslora y 25 de manga de la “ciudad ingenieril sobre el agua” estuvo presente el Centro Argentino de Ingenieros. El buque ARA Almirante Irízar fue recorrido el 9 de mayo por una delegación de socios del CAI, con la guía de un Ing. Mecánico y en Sistema Naval de Propulsión, el Capitán de Corbeta Leonardo Debernardi. La cita fue en Puerto Madero, donde el único rompehielos de la Armada Argentina permanece luego de haber arribado a Buenos Aires el 13 de abril, una vez finalizada su primera campaña antártica posterior al incendio que sufrió en 2007.
Los miembros del CAI abordaron la nave y asistieron a una charla introductoria a cargo de Debernardi, quien explicó quién fue el Almirante Julián Irízar, protagonista de la primera campaña antártica, en 1947. Desde ese año, la Argentina siempre tuvo presencia en la Antártida. En el inicio se conocieron definiciones y detalles de la embarcación (fabricada en 1978 en Helsinki, Finlandia), características generales de la planta propulsora, la eslora, el calado, la capacidad del buque en la Antártida, la capacidad de rotura de hielo (puede romper un metro de espesor en forma continua, avanzando, y montándose al hielo rompe hasta 6 metros de espesor, en forma lenta pero avanzando). El buque es tripulado por una dotación integrada por 111 personas y tiene la capacidad de llevar 313 personas como máximo. Siempre hizo el soporte logístico a todas las bases antárticas, tanto del Ejército Argentino, la Fuerza Aérea y la Armada: en total son 14 bases, contando a los refugios veraniegos temporales. El Irízar es un barco multipropósito: lleva víveres, garrafas de gas, implementos para la generación de calor, combustible antártico para los generadores, traslada a las dotaciones entrantes y salientes, se encarga de la basura antártica y está preparado para la salvaguarda humana en el mar y los tratamientos de limpieza.
El 10 de abril de 2007, luego de la campaña antártica de verano, el Irízar sufrió un incendio a unas 140 millas de Puerto Madryn, por lo que el 80% de la embarcación quedó fuera de servicio: se perdió casi toda la parte de máquinas (un 70%) y la popa tuvo que ser reconstruida. El casco soportó el accidente y se aprovechó para modernizarlo de acuerdo a tecnologías 2010-11, con materiales adquiridos en Finlandia y Alemania. El trabajo se realizó en Tandanor, con asesoría de la armada, y la reparación duró diez años. Después de realizar la campaña 2017-18 el buque debe volver a Tandanor para terminar un sistema de aletas estabilizadoras.
Luego de la charla inicial, la delegación del CAI recorrió el puente de comando, los alojamientos generales, los camarotes, las diferentes cámaras y espacios para oficiales y suboficiales, el quirófano (la tripulación cuenta con un cirujano, un bioquímico y un odontólogo), las cámaras frigoríficas, los sistemas de calefacción y enfriamiento de ambientes; se conoció el proceso de manejo de desechos (basura, comestibles, perecederos, baños) y también hubo acceso al corazón del buque: la máquina propulsora, que es diésel y eléctrica, debido a la capacidad de romper hielo y el torque que necesitan la hélices para poder romper. El buque cuenta también con dos helicópteros (para llegar a las bases en altura) y embarcaciones varias para carga y descarga y, también, evacuación. Los socios del CAI visitaron los hangares y vieron todas las naves a disposición.
Analizando las tareas que los ingenieros pueden tener en tamaña embarcación, Debernardi señaló que “durante el proceso de reparación intervinieron muchísimos ingenieros mecánicos y navales de Tandanor, de la Armada Argentina y de las empresas que proveyeron sus equipos”. Además explicó que la Armada incorpora ingenieros para realizar trabajos de mantenimiento en astilleros y arsenales, pero también en alguna etapa de su carrera el ingeniero embarca para prestar servicios en los buques. La Armada forma ingenieros a lo largo de seis años de estudios: se ven materias básicas de ingenierías y estudian específicamente todos los sistemas de máquinas de los buques, tanto en mecánica como en cuanto a electricidad. El propio Debernardi es oficial de carrera e hizo la carrera en la UTN de Bahía blanca, como ingeniero mecánico y rindiendo equivalencias para ser ingeniero naval por el Instituto Universitario Naval. Quienes se especializan en buques, realizan, además, cursos específicos sobre el Irízar, dado que su tecnología es más moderna que la del resto de las embarcaciones.
No hay nada mejor para los ingenieros que conocer una unidad de este tipo desde adentro. Sé que el CAI muestra obras y aborda charlas ingenieriles que son muy productivas.
Entre los visitantes se encontraba el Ingeniero Civil Fernando Martins, quien reconoció que pese a no ser “ingeniero naval, desde el punto de vista estructural esta recorrida aportó mucho por el hecho de saber cómo se removieron los escombros del casco tras el incendio, cómo se refuerza la proa para soportar los impactos contra el hielo. También conocimos los detalles de sistemas de enfriamiento de motores, los sistemas para que no se acumule nieve en la cubierta, cómo guardan los helicópteros en los hangares y otras cuestiones muy puntuales… La charla fue muy completa, nos respondieron todas las consultas, incluso detalles ínfimos”. En su balance de la jornada, “la visita fue espectacular, no se tiene todos los días la posibilidad de conocer un ícono como es el Irízar, con los antecedentes que tiene, por la reconstrucción que tuvo… Esta experiencia está en la línea de las que viene haciendo el CAI y espero que se sigan dando, es muy bueno para los ingenieros poder acceder a actividades tan interesantes”.
Luego de la visita, que se extendió por más de tres horas, Debernardi valoró la experiencia positivamente, porque cree que “no hay nada mejor para los ingenieros que conocer una unidad de este tipo desde adentro. Sé que el CAI muestra obras y aborda charlas ingenieriles que son muy productivas, de mucho interés para los ingenieros, por eso no dudé en ser mediador para poder concretar esta visita al rompehielos. Creo que puede fomentar la ingeniería naval y marcar el alcance que puede tener la industria naval en nuestro país. Este buque tiene todo tipo de ingeniería: electrónica, mecánica, eléctrica, naval… Esta actividad del CAI es ideal para que todo lo que tiene el Irízar les llegue a ingenieros de otras áreas”.