El cambio climático representa una amenaza significativa para la prosperidad de China a largo plazo. No obstante, según un informe del Banco Mundial, dado a conocer en octubre pasado, el país está bien posicionado para cumplir con sus compromisos climáticos y efectuar la transición hacia una economía más verde y, al mismo tiempo, alcanzar sus objetivos de desarrollo.
En el informe sobre el clima y el desarrollo del país (CCDR) elaborado por el Grupo Banco Mundial para China se analizan los cambios fundamentales en las áreas de energía, industria, transporte, ciudades y uso de la tierra, que le permitirían cumplir su compromiso de alcanzar los niveles máximos de emisión de carbono antes de 2030 y lograr la neutralidad en sus emisiones para 2060. En el informe se pone de relieve la necesidad de actuar con urgencia, en vista de los grandes volúmenes de gases de efecto invernadero que emite China, la fuerte exposición de su población y su infraestructura económica a los riesgos climáticos, y el papel fundamental que desempeña el país en los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático.
Los impactos del cambio climático amenazan las ciudades costeras bajas densamente pobladas y de gran importancia económica de China, que albergan a aproximadamente una quinta parte de la población del país y aportan un tercio de su producto interno bruto (PIB). China ya sufre episodios frecuentes de inundaciones costeras, marejadas ciclónicas, erosión costera e intrusión de agua salada. Según el informe, si no se lo controla, el cambio climático podría provocar pérdidas de entre el 0,5 al 2,3% del PBI, ya en 2030.
Si China no completa la transición hacia una economía con bajos niveles de emisión de carbono, será imposible alcanzar los objetivos climáticos mundiales. El país emite el 27 % del dióxido de carbono y un tercio de los gases de efecto invernadero de todo el mundo. Esta transición requerirá un cambio drástico en los recursos utilizados, así como innovaciones y nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia energética y la productividad de los recursos. Sin embargo, la avanzada capacidad tecnológica del país, implica que el camino hacia la neutralidad en las emisiones de CO2 abrirá nuevas vías para el desarrollo.
En el informe se enumeran diversas ventajas que permitirían a China convertir el desafío climático en una oportunidad: el aumento de los rendimientos derivados de la producción y el desarrollo de tecnologías de bajo nivel de emisión de carbono, como el almacenamiento de energía eólica y electricidad; su elevada tasa de ahorro interno y su posición de liderazgo en las finanzas verdes, y su capacidad de crear empleos altamente calificados en industrias de elevada productividad. China ya cuenta con unos 54 millones de “empleos verdes”, de los cuales más de 4 millones corresponden al área de energías renovables. El país también ha anunciado que dejará de construir centrales eléctricas alimentadas a carbón en el extranjero y aumentará el apoyo que brinda a otros países para desarrollar energía verde y con bajas emisiones de carbono.
La participación del sector privado es crucial para que China avance en el camino hacia la neutralidad en las emisiones de carbono. En el informe se destaca la importancia de que los sectores público y privado trabajen juntos para abordar este desafío. Un entorno normativo más previsible, junto con un acceso más amplio a los mercados y al financiamiento, permitiría al sector privado desempeñar un papel central en la implementación de soluciones de mercado, la mejora de la productividad, la baja de los costos, la promoción de la innovación tecnológica y la reducción del déficit de financiamiento.