Comienzan a verse los avances en la construcción del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA), una obra estratégica que permitirá abastecer de gas natural a más de 3,5 millones de habitantes en las provincias de Salta, Formosa, Chaco, Santa Fe, Corrientes y Misiones, y establecerá la base energética para una futura radicación industrial.
Los especialistas estiman que la iniciativa, que llega después de varias postergaciones, marcará el ritmo del área energética durante los próximos años. La obra total demandará una inversión superior a los 6.100 millones de dólares, lo que la convierte en uno de los negocios más relevantes del país.
“Entendemos que en el rubro del gas es la obra más importante en este momento en la Argentina, siendo que en total esta primera etapa son aproximadamente 750 kilómetros de instalación de cañería de 24 pulgadas, con sus instalaciones complementarias. Inclusive ya salió a licitación una segunda etapa para completar los troncales desde Salta hasta Santa Fe, y para la construcción de ramales de alimentación a las localidades”, explica el ingeniero Carlos H. Almaraz, gerente de proyecto de Servicios Vertúa S.A.
El ducto proveerá fluido que se le comprará a la vecina Bolivia, a través del gasoducto Juana Azurduy, que une la localidad boliviana de Yacuiba con la planta compresora en Campo Durán, Salta. En esa localidad argentina se emplazó una planta receptora y de separación y medición del gas importado, que posteriormente se inyectará al sistema de transporte. Una vez finalizado, este gigantesco sistema de transporte podrá suministrar un caudal de 11,2 millones de metros cúbicos de gas al día.
Para el ingeniero Jorge Muir, gerente de proyecto de Techint Ingeniería y Construcción, adjudicataria del tramo en la provincia de Formosa, “se trata de una obra importante por su longitud (más de 1.400 kilómetros en total), la cantidad de poblaciones e industrias que beneficiará y también porque permitirá abastecer a estaciones de carga para uso de gas vehicular”.
El trayecto troncal de esta primera parte se divide en tres grandes fases, que fueron adjudicadas a compañías de larga trayectoria. El primer tramo corresponde a Servicios Vertúa S.A., quien se encargará del trayecto de 230 kilómetros en la provincia de Salta y la conexión con el gasoducto Juana Azurduy, proveniente de Bolivia. El segundo lo ejecutará la UTE Techint-Panedile y consiste en 302 kilómetros, pero en la provincia de Formosa. El tercero, en Santa Fe, quedó en manos de la UTE Contreras Hermanos-Helport-CPC-Rovella Carranza, y se extiende a lo largo de 265 kilómetros.
Como se ve, en la licitación de esta primera etapa a ningún oferente se le adjudicó más de un tramo. Esta decisión tuvo como objetivo favorecer una mayor participación de empresas y generar el mayor nivel de empleo posible.
Las provincias de Corrientes y Misiones vienen presionando para extender lo más rápido posible la red hacia sus territorios. Cuando se concrete, dará respuesta a una vieja demanda de la población. Hay que tener en cuenta que estas provincias se siguen abasteciendo de garrafa, un servicio caro y complejo. El gobierno nacional ya anunció que la licitación correspondiente está en marcha.
En cuanto a esta primera etapa, la empresa SIAT S.A., se encargará de proveer los caños, con una inversión total de casi 5.000 millones de pesos. “El caño es de acero X 70 PSL2, revestido exteriormente con poliuretano tricapa, con espesores 7,9 y 11,9 mm. La instalación es totalmente enterrada con un metro de tapada en zonas regulares, mientras que en cruces carreteros y cursos de agua se respetará la ingeniería de detalle. Actualmente los caños están en elaboración”, explica Muir. Agrega que los caños troncales serán de 24 pulgadas, pero “para las poblaciones alejadas están en proceso de licitación tramos secundarios a construir en caño de acero en diámetros menores, de 10, 8 y 6 pulgadas”.
La construcción del gasoducto, el más importante de los últimos 50 años, comenzará al norte de la provincia de Salta, en el municipio Aguaray. Se puede llevar a cabo gracias a la construcción previa del gasoducto de integración Bolivia-Argentina, una obra compleja y costosa que la llevó adelante Servicios Vertúa en 2011. Comprende 12 km de longitud de cañería de 32 pulgadas en territorio boliviano, y otros 30 km en Argentina. En la planta compresora de Campo Durán, donde finaliza el tramo argentino, se emplazó la trampa receptora y la planta de Separación y Medición del gas importado de Bolivia, que posteriormente se inyecta al sistema de transporte de gas existente.
De acuerdo a lo que señala el Enargas, la vinculación con el tramo boliviano se realiza a través de un bypass que vincula la trampa receptora en territorio boliviano con la trampa de lanzamiento en territorio argentino. En la progresiva del kilómetro 17 se encuentra la derivación para el GNEA. Esto se logra por medio de dos válvulas de 24 pulgadas. En cuanto a la presión, del lado argentino opera a 75,5 kg/cm2, mientras en el lado boliviano lo hace a 98 kg/cm2.
El paso del gas de un país a otro es una operación delicada que necesita su tratamiento. “El gas proveniente de Bolivia, a través del gasoducto Juana Azurduy, pasa por una etapa de filtrado y posterior medición. En el ingreso a cada localidad, en nuestro caso Los Blancos, se filtra nuevamente, regula, calienta y odoriza”, puntualiza Almaraz.
Este primer tramo culminará en la localidad formoseña de Ibarreta. A partir de allí le corresponde a Techint. “El sistema de transporte en su etapa inicial no contempla estaciones compresoras. Contará con válvulas de bloqueo instaladas en distancias acordes a la normativa vigente. También se instalará fibra óptica a lo largo de todo el recorrido para transmisión de señales. En cuanto a la distribución de gas a baja presión, el proyecto contempla estaciones reductoras y de medición, en cercanías de cada población, las que se alimentarán con redes de polietileno”, detalla el ingeniero Muir.
El enorme flujo de gas natural que incorporará al sistema nacional de distribución abaratará los costos energéticos y facilitará el desarrollo de las economías regionales, con la eventual instalación de nuevas industrias. Es un paso fundamental para equilibrar las desigualdades que afectan en este campo a las provincias de la región norte, ya que existen áreas con demanda insatisfecha y otras que ni siquiera cuentan con el servicio de gas natural.
El desarrollo general del gasoducto implica atravesar una serie de accidentes geográficos e instalaciones urbanas y agropecuarias que dificultan el trabajo de los ingenieros. “El trazado en general se desarrolla cercano y paralelo a rutas nacionales, atravesando zonas agrícolas y tramos en zonas con bosques naturales que se encuentran explotadas con ganadería. A lo largo del recorrido, se atraviesan una gran cantidad de cursos menores de agua y un cruce importante sobre el río Bermejo que se ejecutará en forma dirigida”, cuenta Muir.
En el caso de Salta, Almaraz considera que hay varios retos profesionales. “Desde lo técnico, los principales desafíos radican en el desmonte de árboles de gran tamaño en los primeros kilómetros, y en las posibles obras de control de erosión que haya que ejecutar y que surgirán del respectivo estudio hidrológico”, admite. “Desde lo logístico -continúa- la distancia existente entre los centros de población y la obra. Y desde lo social la existencia en la zona de numerosos grupos de desocupados, criollos y aborígenes a quienes se debe insertar dentro de los trabajos”.
Los caños de este tramo troncal, según Almaraz, se instalarán a una profundidad mínima de un metro, respondiendo a la normativa vigente de Enargas y otros entes, por ejemplo Vialidad Nacional. Sin embargo, esta profundidad se incrementará “en zonas con presencia de agua y cruces de caminos”.
Hay dos temas que se destacan en toda obra de esta dimensión: las posibles fugas de fluido y un eventual daño ambiental. Tanto Muir como Almaraz coinciden en señalar la seguridad que brindan los trabajos previos y los controles diseñados especialmente.
“Parte del alcance de los trabajos, y previo al inicio de los mismos en campo, incluye la realización de una adenda al Estudio de Impacto Existente, el cual debe ser aprobado por la Secretaria de Energía de la provincia de Salta”, cuenta el ingeniero de Servicios Vertúa.
En relación a las posibles fugas de gas, señala que “previo a la habilitación se realizan controles para asegurar la estanqueidad de todos los elementos soldados (ensayos no destructivos mediante gammagrafía y pruebas hidráulicas). Durante la habilitación, los conjuntos bridados se revisan con medidores de mezcla explosiva a fin de asegurar la inexistencia de pérdidas. La operatoria se hace escalonadamente, aumentando la presión, y en caso de detectarse fugas se corrigen mediante el retorqueo de las uniones”. Y agrega que “posteriormente, durante la operación del gasoducto, existen medidas de control automatizadas que permiten el seguimiento continuo”.
Si se tiene en cuenta el comienzo del proyecto inicial del Gasoducto del Nordeste, su concreción habría llevado en total más de una década. El primer acuerdo para su construcción se firmó el 24 de noviembre de 2003, como iniciativa privada de la compañía Techint. En ese momento el convenio fue respaldado con las firmas de siete provincias y del Ministerio de Planificación. La idea era terminarlo en en dos años y medio pero nunca pudo iniciarse. Finalmente este año la situación se revirtió y el Estado pudo dar el puntapié inicial con la licitación y adjudicación de la primera etapa.
Las empresas adjudicatarias iniciaron la etapa correspondiente a la “elaboración de ingeniería, estudio de impacto ambiental, etc.”. “A comienzo de 2015 se iniciará la movilización, armado de planta de doble junta y soldado de doble junta”, había afirmado Almaraz y los plazos se van cumpliendo: a fines de febrero se realizó la primera soldadura de caños en la localidad formoseña de Ingeniero Juárez. Se espera que este primer tramo troncal del gigantesco gasoducto esté en condiciones de operar a mediados del 2016. Después hay que ver cuánto tiempo llevan las redes domiciliarias, que quedan en manos de las provincias.
Luego vendrá la segunda etapa, que también contempla tres tramos troncales. El primero en Formosa, que conectará la localidad Delabarreta con la capital provincial. El otro desde la ciudad de Formosa hasta la frontera con el Chaco. Y el tercero entre el Chaco y varias localidades de Santa Fe. De acuerdo a los planes oficiales, este segundo tramo demandará en total una inversión de casi 12.000 millones de pesos que beneficiará a 1,1 millón de habitantes de 80 localidades.
* Esta nota fue publicada en la edición número 1013 de Revista CAI