La International Energy Agency (IEA) ha abierto lo que llama su COVID-19 Central Hub con el objetivo de “explorar los impactos de la pandemia sobre los mercados globales de la energía, la resiliencia energética y el cambio climático”. En el citado “hub”, del mes de abril, publica un artículo sobre “la conmoción que está sufriendo el sector energético”. Con 3.000 millones de personas en todo el mundo bajo alguna forma de bloqueo por el Covid- 19, falla el habitual mecanismo en el que los precios bajos provocan un aumento del consumo y, a la vez, el crecimiento de las reservas puede saturar la capacidad de almacenaje, lo que haría bajar aún más los precios: de los algo más de 80 millones de barriles que se extraen diariamente en el mundo, 5 lo están siendo por debajo de los costos de extracción.
Esto podría provocar que, aunque los productores con mejor estado financiero sean capaces de seguir produciendo con pérdidas, otros deberán cesar la extracción. Además, si las refinadoras mundiales dejan de adquirir crudo por paralización de las salidas, el problema de los productores se acentúa, repercutiendo en toda la cadena de suministro de transporte y de componentes industriales.