A raíz del episodio del sismo en San Juan, esta semana quisimos entrevistar a los ingenieros Raúl Bertero y Jorge Mallamaci.
BIO
El Ingeniero Bertero, es Vicedecano de la FIUBA, miembro de la Comisión Directiva del CAI e Ingeniero civil de la UBA, especialista en Ingeniería Estructural de la UCA, master of Science de UC Berkeley y doctor en Ingeniería de la UBA. En el año 2009 fue nombrado miembro de número de la Academia Nacional de Ingeniería. Profesionalmente se ha desempeñado inicialmente en ENACE y también como consultor independiente. Actualmente pertenece también al comité redactor del Reglamento de estructuras de hormigón ACI 318 de Estados Unidos y es presidente del Chapter Argentino del ACI, entre otros pergaminos.
Por su parte el Ingeniero Mallamaci se recibió de ingeniero en la Universidad Nacional de su provincia en el año 1978, en la actualidad está al frente de su Estudio de Ingeniería: “Mallamaci Ingeniería y Arquitectura. También fue Profesor Titular en la Facultad de Ingeniería de la UNSJ; Jefe del Departamento Construcciones; Miembro del Consejo Departamental del Departamento Construcciones de la Facultad de Ingeniería; Miembro de la Comisión de Estructuras Metálicas del INPRES – CIRSOC Argentina y del Comité Argentino de Presas, regional Cuyo. Además es autor de los libros “La Ingeniería Civil en Obras y Proyectos de Investigación”. (Editorial Fundación Universidad Nacional de San Juan), 2009 y Manual de Diseño Estructural (sobre la base de los reglamentos INPRES-CIRSOC). (Editorial Fundación Universidad Nacional de San Juan), 2019.
Entrevista al Ingeniero Raúl Bertero
En el caso del sismo de San Juan no se han visto, al menos en grandes estructuras, casos de destrucción como si ha ocurrido en el anterior hecho de gravedad ocurrido en el año 77. ¿Qué pasó en el medio?
Para hacer una comparación del poder destructivo, hay que tener en cuenta que el terremoto de Caucete de 1977 fue de Magnitud 7.4 con epicentro a unos 90 km de la Ciudad de San Juan mientras que el terremoto de Pocitos de enero de 2021 fue de Magnitud 6.4 con epicentro ubicado a unos 40 km de San Juan. Ambos terremotos con epicentros a una profundidad menor de 20 km. Considerando magnitud y distancia se puede inferir que las aceleraciones del terreno en la Ciudad de San Juan en ambos terremotos habrían sido aproximadamente del mismo orden. La pregunta que surge entonces es porqué en 1977 hubo extensos daños y 65 muertos y en este caso no hubo víctimas fatales y solo daño en viejas construcciones de adobe. ¿Qué pasó en el medio? Los eventos que han salvado vidas sin dudarlo son: el desarrollo del conocimiento y la enseñanza en el diseño y la construcción sismorresistente, la existencia de reglamentos modernos y el control municipal de su aplicación efectiva en las obras. Un hito fundamental es la creación por Ley Nº 19.616 del 8 de mayo de 1972 del Instituto Nacional de Prevención Sísmica, el INPRES, encargado de desarrollar las Normas Argentinas de Construcción Sismorresistente. Hace entonces 50 años que las nuevas construcciones responden a un reglamento moderno y sin duda que esto se ha visto reflejado en las diferencias de comportamiento de las construcciones entre 1977 y hoy. También la enseñanza en las universidades de los principios básicos del diseño y construcción sismorresistente ha sido fundamental en este aspecto.
¿Podemos señalar, a su entender, que en este aspecto la Argentina ha avanzado y no retrocedido, como en otros? ¿Por qué en este caso se avanzó y en otros no?
Argentina ha avanzado en el diseño y construcción sismorresistente por las mismas razones que, por su ausencia, ha retrocedido en muchas otras cosas. En primer lugar, la educación. Los ingenieros se han capacitado en las nuevas tecnologías y las facultades de ingeniería de nuestro país se han expandido y seguido el desarrollo internacional del conocimiento.
En segundo lugar la existencia de los reglamentos sísmicos modernos que son, en definitiva, una planificación escrita de lo que se quiere lograr y lo que debe hacerse para ello y, especialmente, la continuidad en el tiempo de ese programa. El INPRES y su reglamentación se mantuvieron siempre vigentes y actualizados más allá de los muchos cambios políticos ocurridos en 50 años. Es decir, el mantenimiento de una política de estado en relación con la ingeniería sismorresistente podríamos concluir.
En tercer lugar, lo que los anglosajones llaman el “enforcement”, es decir el proceso gubernamental de asegurar el cumplimiento de las leyes, regulaciones y normas sociales. El control municipal eficiente y honesto de las normas de construcción asociado a la conciencia social de su necesidad es otro factor fundamental de la eficacia del comportamiento de las construcciones ante un evento sísmico de gran magnitud.
¿Qué rol jugaron en esto, los ingenieros y los Estados?
En la Figura 1 se puede ver una foto tomada por el Prof. Vitelmo Bertero quien comentaba que una oveja atrapada en la grieta que se ve en la foto fue el único ser vivo que vio en toda su vida de investigador, muerto por un terremoto. Remarcando de esta manera que son las construcciones que diseñamos y construimos los ingenieros las que matan a las personas. Es decir, que el rol de los ingenieros es fundamental y, tal como describí anteriormente, la educación y actualización permanente de los profesionales (tanto ingenieros como arquitectos) resulta clave en salvar las vidas de las personas y minimizar las terribles consecuencias sociales y económicas de los terremotos.
Por su parte, los estados nacionales, provinciales y municipales tienen la obligación de garantizar la educación de los profesionales en las tecnologías más modernas y de asegurar el efectivo cumplimiento de todas las normativas y buenas prácticas de construcción sismorresistente.
¿Cómo está ubicada la provincia de San Juan, en cuanto a estas modificaciones, respecto a otras provincias de la zona oeste del país, donde hay actividad sísmica, y respecto a otros países de Latinoamérica y del mundo? ¿Puede citar ejemplos prácticos?
La provincia de San Juan y el norte de la provincia de Mendoza son las zonas sísmicamente más activas del país como consecuencia de que en esa región, la subducción de la Placa de Nazca por debajo de la Placa Sudamericana se produce con un ángulo mucho más pequeño que en el resto de la cordillera. Este movimiento casi plano da origen a los sismos corticales de gran intensidad de esa región cuyana. El Reglamento elaborado por el INPRES en el año 1973 abarca todo el país y, por lo tanto, en la medida que los municipios lo adopten y controlen su aplicación la protección alcanza a toda la Argentina. La importancia de la educación en ingeniería sísmica y de la existencia de reglamentos sísmicos resulta muy clara cuando se comparan los dos grandes terremotos americanos de principios del año 2010. El terremoto de Haití del 12 de enero, de magnitud Mw =7.0, ocasionó alrededor de 300,000 muertos, ubicándose en el 2° lugar en la historia por el número de muertos. Por su parte, el terremoto del Maule, Chile, del 27 de febrero con una magnitud Mw = 8.8 (en el momento de su ocurrencia, el 5° por su magnitud entre los terremotos registrados) – con una liberación de energía 500 veces mayor que el de Haití – provocó solo 521 muertes y 25 desaparecidos. La comparación de la severidad de ambos terremotos, sus efectos sobre la vida y la economía de los países afectados y las características de los reglamentos de construcción o su falta, permiten obtener importantes enseñanzas para el diseño y construcción sismorresistentes.
¿Qué cuestiones deberían actualizarse o modificarse para avanzar aún más en estos aspectos de la construcción? ¿Cómo es, en este aspecto, el vínculo entre la ingeniería con la perspectiva social?
En mi opinión, Argentina y sus reglamentos sísmicos se encuentran algo rezagados y se debería impulsar con énfasis, la utilización de los métodos innovadores de diseño sismorresistentes tales como la aislación de base y los sistemas “ad-hoc” de amortiguamiento estructural. Estos métodos son fundamentales para asegurar la continuidad del servicio antes sismos de gran intensidad como se requiere en el caso de hospitales, instalaciones de energía y comunicaciones, transporte, bomberos y seguridad, refugios de emergencia, industrias críticas, etc. (R.Bertero 1998).
Por otra parte, creo que debería revisarse también la llamada Zona 0 de baja sismicidad del Reglamento INPRES, en particular, para la ciudad de Buenos Aires y alrededores. La gran cantidad de construcciones, la densidad poblacional y las características del subsuelo de esta región de baja sismicidad requiere de un espectro de diseño especial. Si bien la Ciudad y el GBA, no están sometidos a movimientos destructivos de gran intensidad deben tener construcciones adecuadas para las ondas sísmicas amplificadas por los 400 metros de suelo por encima de la roca que caracterizan esta región con un amplio inventario de edificios de gran altura.
Este espectro de diseño debe contemplar especialmente las estructuras de período largo (particularmente aquellas con frecuencia natural entre 2 y 3s). Debemos recordar, por ejemplo, la caída del tanque de agua de Bragado con el terremoto de Caucete de 1977 y las auto evacuaciones de los edificios altos de Buenos Aires ante la ocurrencia de sismos de gran intensidad en Chile o en la región cuyana.
Desde el punto de vista de la perspectiva social, deben aplicarse los conceptos modernos de la ingeniería sísmica basada en la performance, donde las decisiones de diseño contemplan no solamente evitar víctimas fatales sino también una evaluación de las consecuencias sociales y económicas de los daños cuando ocurre un terremoto (Bozorgnia and Bertero, 2004). Como vemos con la pandemia actual, ¿cuáles son las consecuencias sociales, por ejemplo, de tener escuelas destruidas y chicos sin clases durante meses? ¿Cuánto cuesta agregar unos centímetros a un apoyo de un puente en comparación con meses de transporte interrumpido entre regiones?
También debería materializarse en forma urgente el relevamiento y un acelerado plan de viviendas para el reemplazo de viejas casas de adobe y otras construcciones sumamente vulnerables que todavía existen en zonas sísmicas, especialmente en barrios o viviendas aisladas de poblaciones de bajos recursos económicos.
¿Qué se debería hacer, a futuro, para que la Argentina también avance desde las diversas ingenierías a una situación de actualización y cambios de paradigma, para imitar el ejemplo de la provincia de San Juan, que gracias a las modificaciones realizadas en las construcciones, el sismo no afecto en forma masiva diferentes infraestructuras edilicias? ¿Puede citar aspectos en los que la ingeniería puede colaborar para llegar a estos resultados?
Como decía Sarmiento, en definitiva, todos los problemas son problemas de educación. Debemos actualizar los planes de estudio de nuestras universidades, modernizar nuestras carreras de ingeniería y preparar a nuestros estudiantes no tanto para las tecnologías que existen sino para las tecnologías que existirán pero que todavía no conocemos. Eso significa una fuerte incidencia en nuestras carreras de las ciencias básicas y de computación (inteligencia artificial, “machine learning”, etc.) y, sobre todo, de las ciencias de ingeniería aplicables a cada una de las especialidades. También debemos preparar a nuestros estudiantes para el manejo con solvencia del idioma inglés (esto es muy importante para asegurar la igualdad de oportunidades para estudiantes provenientes de hogares con distinto poder adquisitivo), para una creciente internacionalización de los estudios de ingeniería y para el cuidado del medioambiente.
Los avances tecnológicos se producen en forma vertiginosa en todo el mundo. Debemos mantenernos actualizados y ser también capaces de aprovechar el enorme talento de nuestros jóvenes abriendo las oportunidades de desarrollo profesional que solo se generan en un país con capacidad de producir tecnología. Es necesario aumentar el presupuesto en ciencia y tecnología especialmente destinado al apoyo a la investigación aplicada en las universidades y empresas. Tenemos que ser capaces de exportar mucho más lo que nuestros profesionales puedan imaginar trabajando en nuestras industrias y exportar mucho menos a nuestros jóvenes que emigran frustrados por falta de oportunidades. Solo un país industrial y tecnológico puede brindar esos caminos como lo fue en el pasado pero que escasea en el presente.
¿Qué se puede hacer desde la ingeniería para que más jóvenes sigan la carrera y que la Argentina pueda tener más ingenieros de diversas especialidades?
Esta pregunta está directamente relacionada con la anterior. Tenemos que hacer nuestras especialidades más atractivas y modernas sin por eso desarticular y atomizar nuestras carreras troncales. Para dar un ejemplo, muchos chicos quieren estudiar energía eólica y solar. No es necesario crear una nueva carrera de Ingeniería en Energías Renovables, por el contrario, sería suficiente que nuestra carrera de Ingeniería Electricista tradicional muestre con toda claridad que tiene a disposición una focalización alternativa (entre otras de sus maravillosas especialidades) en Energía Renovables al final de su carrera. Lo mismo podríamos decir, por ejemplo, de Ingeniería Civil y Transporte o de Ingeniería Electrónica y Robótica o de Ingeniería Ambiental que podría ser una focalización de más de una de nuestras carreras tradicionales.
¿Por qué eligió la carrera de Ingeniería? ¿Que lo llevó a convertirse en Ingeniero?
Esta pregunta me lleva al inicio de esta charla en cierta forma. Estudié ingeniería por haber visto a mi padre, Domingo Bertero también ingeniero, instalar fábricas de autos y tractores en la gran Fiat de la época desarrollista e industrial de principio de los años 60. Después me especialicé en Ingeniería Estructural sin duda influido por un primo de mi padre (ambos descendientes de la emigración piamontesa del siglo XIX hacia el campo santafecino), Vitelmo Bertero, profesor de la Universidad de Berkeley y reconocido mundialmente como uno de los padres de la Ingeniería Sísmorresistente. Vitelmo estuvo en la Argentina en 1977 para estudiar las consecuencias del sismo de Caucete. Recuerdo, a su vez, que Vitelmo comentaba haber elegido ingeniería estructural por el tremendo efecto que habían causado en él las consecuencias del sismo de San Juan de 1944. Vitelmo se alojó en la casa de mi padre con quien había estudiado en Rosario y sus fascinantes y apasionadas presentaciones sobre el diseño sismorresistentes dejaron en mí una impresión imborrable. Años más tarde fui a estudiar a Berkeley para hacer con él mi doctorado con una tesis sobre Ingeniería Sísmica basada en la Performance.
Otra enorme influencia en mi carrera, está asociada al más talentoso profesor ingeniero que he conocido, Alberto Puppo, profesor de Estabilidad y decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA entre 1990 y 1994, con quien compartí muchísimas horas de felicidad interactuando con todas las variantes de la Mecánica del Sólido.
En definitiva, mirando hacia atrás, la ingeniería entró en mi consideración a partir de figuras extraordinarias, asociadas a un país con capacidad de desarrollar tecnología. Mi pensamiento final es que no podemos seguir perdiendo tiempo, que es suicida como sociedad mantener esta constante sangría de jóvenes talentosos, profundizando nuestra pobreza y nuestra decadencia. Necesitamos dedicar toda nuestra energía a refundar un país industrial y tecnológico, volver a jerarquizar e invertir recursos en la educación pública, profundizar nuestras coincidencias y abandonar la absurda intolerancia que nos paraliza para emprender la formidable empresa de edificar la gran nación que imaginaron aquellos hombres gigantes de nuestro pasado.
REFERENCIAS
- R. Bertero (2014) – “Great 2010 American Earthquakes: Lessons For Seismic Design And Construction“, Raul D. Bertero, Journal of Construction Engineering and Management, ASCE April 2014, Volumen 140, N°4. B4013003-1 to 9. DOI 10.1061/(ASCE)CO.1943-7862.0000697. ISSN (print): 0733-9364
- R. Bertero (2014) – “Los Grandes Terremotos Americanos del Año 2010: Enseñanzas para el Diseño y la Construcción Sísmica“, Raul D. Bertero, Journal of Construction Engineering and Management, ASCE April 2014, Volume 140, N°4. C4013003-1 to 10. DOI 10.1061/(ASCE)CO.1943-7862.0000682. ISSN (print): 0733-9364.
- R. Bertero (1998) “Conceptos Energéticos en la Selección de Sistemas Innovadores de Diseño Sismorresistente”, Raul D. Bertero, Ingeniería Estructural, Agosto 1998, Revista de la Asociación de Ingenieros Estructurales.
- Bozorgnia and V. Bertero (2004) – “Earthquake Engineering: From Engineering Seismology to Performance-based Engineering” (edited by Yousef Bozorgnia and Vitelmo V. Bertero). CRC Press. 2004.
Entrevista al Ing. Jorge Mallamaci
¿Cómo ha sido el proceso de cambios en la construcción, desde los años 70 a la actualidad, para que las estructuras edilicias resistan sismos de intensidad, como el producido en San Juan el lunes 18 de enero por la noche?
El primer registro más o menos serio de un terremoto en la provincia de San Juan fue en 1894. En esa época, poco se conocía en el mundo sobre cómo enfrentar este tipo de fenómenos. En la provincia, las construcciones eran de adobe sin ningún tipo de resguardo frente a acciones sísmicas. Murió mucha gente y la ciudad de San Juan quedó practicamente destruida. El 15 de enero de 1944 la ciudad de San Juan, que por esa época tenía 80.000 habitantes, fue abatida por un terremoto de gran magnitud que produjo su destrucción casi total y la muerte estimada de 10.000 personas. El epicentro se produjo en la localidad de La Laja, ubicada a unos 25 km al norte de la ciudad, y fue de magnitud 7.4 en la escala de Richter.
El 11 de junio de 1952, nuevamente se produjo un terremoto de magnitud 6.8, siendo el epicentro ubicado a 40 km al oeste de la ciudad de San Juan. En esta ocasión, el sismo no produjo tanto daño por cuanto la ciudad había sido desvastada hacía pocos años y aún no comenzaba la reconstrucción.
El 23 de noviembre de 1977, un nuevo sismo de magnitud 7.4 azotó nuevamente la provincia, siendo el epicentro en la localidad de Bermejo, ubicada a 50 km al sureste de la Capital provincial. En esta ocasión, fue la ciudad de Caucete la que sufrió la destrucción de una parte importante de su infraestructura edilicia que aún era de adobe.
Finalmente, el 18 de enero de 2021, se produjo el último terremoto de magnitud 6.4, siendo el epicentro ubicado a 50 km al suroeste de la capital provincial. En esta ocasión, la destrucción se ha producido en las viviendas precarias que aún quedaban en las zonas de Pocito, Rivadavia y Santa Lucía. Las construcciones realizadas bajo las normativas reglamentarias diseñadas desde 1950, no sufrieron ningún tipo de daño estructural. Tampoco se produjeron víctimas.
Luego del terremoto de 1944, los gobiernos de la Provincia y de la Nación, acordaron la creación del “Consejo de Reconstrucción de San Juan”, por decreto Nº 17.432 de 1944 del Ministerio del Interior de la Nación. Este Consejo tuvo por función principal la creación de un Código de Edificación y un Plan Regulador Urbano, a través del cual se reconstruyeron gran parte de edificios públicos de la ciudad. En el Código de Edificación se indicaban los lineamientos de diseño de construcción de edificios públicos o privados. En la fotografía Nº 2, de 1959, se puede ver a la izquierda el edificio del Banco Hipotecario Nacional y a la derecha, el Banco Industrial. El edificio de color ocre que apenas asoma en el borde de la fotografía es el edificio del Banco Nación.Dentro del plan regulador, se estableció una zona bancaria en la ciudad que es lo que muestra la fotografía. Además hubo una zona cívica y judicial, una zona comercial y residencial. Esto dio lugar que desde 1965 en adelante, la ciudad fuera conocida como la “más moderna del país”.
En 1964 mediante Ley Nacional Nº 16.405, el organismo creado se transforma en el “Consejo Nacional de Construcciones Antisísmicas y de Reconstrucción de San Juan” (CONCAR). Este organismo dio lugar en 1970 a la creación del primer reglamento de construcciones sismorresistente: el CONCAR 7.
En 1972 el Poder Ejecutivo Nacional de Argentina dispone la disolución del CONCAR por considerar cumplidas las tareas de reconstrucción de la Ciudad de San Juan y crea por Ley Nº 19.616 del 8 de mayo de 1972 el INPRES (Instituto Nacional de Prevención Sísmica) en el ámbito del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, para llevar adelante la Política Nacional de Prevención Sísmica. A su vez, en 1973 por ley provincial se crea la DPDU (Dirección de Planeamiento Urbano), cuyo objetivo es el control arquitectónico y estructural de toda edificación pública o privada que se realice en la Provincia de San Juan. El INPRES tiene por función realizar estudios e investigaciones básicas aplicadas a la sismología e ingeniería sismorresistente y lleva adelante la política nacional de prevención sísmica del país. Es a partir de este organismo que, junto con el organismo nacional CIRSOC (Centro de Investigación de los Reglamentos Nacionales de Seguridad para las Obras Civiles) dependiente de la Secretaría de Obras Públicas de la Nación, se han creado los Reglamentos INPRES-CIRSOC que definen los requisitos básicos a cumplir en los diseños de construcciones. El primero de estos reglamentos se aprobó en la década de 1980 y el actualmente vigente, fue aprobado y puesto en vigencia a partir de 2013.
¿Qué rol jugaron los Ingenieros en ese proceso?
Este largo camino recorrido desde 1944 hasta la fecha ha dado lugar a que los ingenieros que desarrollan sus actividades de proyectistas o constructores en San Juan, tengan afianzado en sus conocimientos todas las normativas establecidas en los sucesivos reglamentos mencionados. Como ejemplo, puedo citar que el personal de la construcción también posee ese pensamiento y cualquier albañil con experiencia, sabe que las barras longitudinales de una viga deben ser convenientemente ancladas y que los estribos deben densificarse en la zona de los nudos vigas-columnas. En la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan, donde se dictan los cursos de Ingeniería Civil, las cátedras estructurales desde segundo a quinto año, desarrollan con mucho énfasis los conocimientos de cómo actúa un sismo y cuáles son sus causas y los efectos que produce sobre un edificio o construcción de cualquier naturaleza. Todos estos conocimientos se ponen en práctica cuando los ingenieros recibidos entran a trabajar en la actividad cotidiana.
¿Cómo está ubicada la provincia de San Juan, en cuanto a estas modificaciones, respecto a otras provincias de la zona oeste del país, donde hay actividad sísmica, y respecto a otros países de Latinoamérica y del mundo?
Como he mencionado, la provincia de San Juan ha seguido desde 1944 un camino paralelo al avance de la ciencia en todo el mundo. La posibilidad de ser sede del INPRES y la carrera de Ingeniería Civil en la UNSJ ha posibilitado estar al día en el avance científico mundial. De allí han surgido los reglamentos CIRSOC que han permitido diseñar y construir edificios que han tenido en el terremoto del 18 de enero pasado, una prueba en escala natural, habiendo sido su comportamiento estructural excelente.
¿En qué consisten las modificaciones realizadas a las normas de construcción en esa provincia?
A partir de la vigencia de los reglamentos indicados en el Consejo de Reconstrucción ya mencionado, se comenzaron a diseñar las estructuras con cargas horizontales determinadas por un coeficiente sísmico calculado según lo indicado en el Código de Edificación. Ese coeficiente se obtenía en función de la zona donde se realizaría la construcción, el tipo de estructura y el tipo de suelo. Desde 1975, bajo el reglamento designado como NAA (Normas Antisísmicas Argentinas), se introdujo el concepto de torsión sísmica. Además los coeficientes sísmicos fueron mayorados con respecto a la década anterior. En 1983 entró en vigencia el reglamento INPRES-CIRSOC 103, que incorporó nuevos conocimientos como la ductilidad y resistencia de las estructuras. Se dividió el país en 5 zonas entre las de peligrosidad sísmica muy reducida (toda la pampa húmeda, llanura chaqueña, mesopotamia y mitad oriental de la patagonia) y las muy elevadas (zona adyacente a las ciudades de San Juan y Mendoza). En el cálculo del coeficiente sísmico intervenía además el concepto de agrupamiento de las construcciones, según el destino y funciones que tuviera. Un edificio destinado a hospital tenía un factor un 40% mayor que el mismo edificio si fuera destinado a viviendas. Intervenía en el cálculo además el tipo de estructura (aporticada o tabicada) y el tipo de suelo donde se asentaría la obra (suelos ripiosos compactados, suelos arenosos, suelos arcillosos, etc.). Este reglamento fue actualizado en la década de los 90.
En 2013 entró en vigencia un nuevo reglamento INPRES-CIRSOC 103 que incorporó el concepto de diseño por capacidad y los últimos adelantos de la ciencia a nivel mundial. En otro orden de cosas, todos los edificios sean públicos o privados, deben cumplir con los siguientes requisitos reglamentarios: Los planos de arquitectura y estructura deben ser presentados en la Dirección de Planeamiento y Desarrollo Urbano, donde son revisados y observados bajo los lineamientos arquitectónicos del Código de Edificación y las normativas estructurales establecidas en los reglamentos citados. Este organismo es provincial por lo cual, se hace el mismo control en toda la provincia. Es decir, el control no es municipal. Una vez aprobados los planos, se puede comenzar la construcción de la obra, la cual es inspeccionada por personal de la Dirección mencionada en cada etapa. En todos los casos, se debe presentar un estudio de suelos donde se construirá la obra y una calificación de los materiales a emplear.
De cara al futuro, ¿qué cuestiones deberían actualizarse o modificarse para avanzar aún más en estos aspectos de la construcción? ¿Cómo es, en este aspecto, el vínculo entre la ingeniería civil con la perspectiva social? ¿Qué rol ocupa o debe ocupar el Estado, provincial y Nacional, en esta cuestión?
La situación del país en los últimos años, ha provocado un grado no conveniente de distracción en los temas que hacen a la investigación de los terremotos y formas de construcción. La inversión en estos ámbitos es cada vez más baja y daría la impresión de que estos temas no están en la agenda de los gobernantes de turno. La ciencia mundial sigue investigando el movimiento de placas y su incidencia en los sismos y en consecuencia, en las construcciones, los tipos de materiales, las formas constructivas, etc. Más allá o más acá de las crisis, el Estado Nacional debe aportar a los organismos que intervienen en estos temas como el CIRSOC, el INTI, las Universidades Nacionales y otros, los recursos económicos que permitan seguir subidos al tren del progreso, porque si Argentina se baja de ese tren, luego será difícil la remontada que deberán hacer las nuevas generaciones. Los gobiernos provinciales deben insistir en las campañas de prevención y formas de actuar en las escuelas, a efectos de que la población, tome conciencia de los efectos de un sismo desde una temprana edad.
Nuestro país lleva más de 70 años transcurridos donde organismos de investigación, científicos y profesionales de la construcción han desarrollado una tecnología y “una costumbre” constructiva que ha permitido que una provincia como San Juan, que hoy supera los 800.000 habitantes, haya podido vivir un nuevo terremoto de magnitud importante, sin sufrir daños estructurales en sus edificios y que la población haya continuado con su vida económica y social habitual. Otras ciudades y provincias del país se encolumnan detrás de estos conocimientos, y es así que Mendoza, Salta, Córdoba y toda la orilla occidental del país, construyen estructuras que permiten cumplir con el requisito primero de las construcciones sismorresistentes: evitar el colapso parcial o total de las estructuras y la pérdida de vidas humanas.
¿Qué cree que se puede hacer desde la ingeniería para que más jóvenes sigan la carrera y que la Argentina pueda tener más ingenieros de diversas especialidades?
La ingeniería posee un gran espectro de actuación en la sociedad y cumple un rol importante en el desarrollo económico del país. Edificios, presas de embalses, centrales eléctricas, puertos y aeropuertos, puentes y caminos, líneas de alta tensión, desarrollos industriales de todo tipo, desarrollos agrícolas, desarrollos mineros, etc. dependen de un ingeniero. Es importante entonces, promover la ingeniería entre los jóvenes en los años de la escuela secundaria, porque en general, la mala prensa de que la ingeniería es una carrera difícil, donde hace falta mucho conocimiento de matemáticas, es perjudicial para las carreras de ingeniería, cuando no se les cuenta que el ingeniero desarrolla actividades de gran creatividad y todo lo hace al servicio del ser humano.